El llamado

Según la Real Academia Española, la vocación es "la inclinación a cualquier estado, profesión o carrera". Eso mismo escuché durante todo el día de ayer, a partir de las 12 del mediodía, cuando madre me anunció: "Ya nos censaron, y se murió Néstor Kirchner".

Confieso que en el momento me di media vuelta y seguí durmiendo. Las vacaciones tienen la divina facultad de volvernos seres deliciosamente aletargados. Pero en cuanto mis neuronas reaccionaron sentí la necesidad de informarme sobre el tema y lo que es más, de estar de alguna manera ahí.

Ahí, en la Plaza de Mayo, donde una multitud empezó a reunirse frente a la casa rosada para prestar apoyo a Cristina Fernández de Kirchner. Donde siguen firmes, a altas horas de la madrugada, con banderas como si esperaran a que alguien saliera a saludar desde el balcón.

Durante el mediodía del 27, las cámaras de televisión se posicionaban para transmitir las imágenes de las personas llegando a dar su más sentido pésame. Mientras tanto, locutores y presentadores hablaban con miembros del gabinete, ex colaboradores de la administración "K" y detractores que despedían a su rival más acérrimo.

Todo ese tiempo, lo único que yo quería, en medio de mis vacaciones y cuando debería estar con mi nariz pegada a un libro de Isaac Asimov, era estar en la redacción de un diario escribiendo sobre el día de hoy, que fue histórico.

Claro, que lo memorable no es la muerte de un ex presidente. Para tal caso, Ricardo Alfonsín murió en marzo del año pasado y su entierro multitudinario también puede ser considerado algo histórico por haber sido el primer presidente democrático tras la última dictadura militar.

Pero en el caso de lo poco que vi hoy, me impresionó ver la gente visiblemente dolida, movida por la repentina muerte de Néstor Kirchner. Se escucharon algunas palabras sobre que su ira lo llevó a la tumba, pero nada opacó el sentimiento genuino de desconsuelo que se vio reflejado en los miles de manifestantes, que por esta vez no pedían nada, sólo mostraban su apoyo.

Hoy maldije mis vacaciones, porque hubiera dado cualquier cosa por estar ahí para contarlo. En vez, pasé por el lugar como ciudadana que soy, y lo cuento por acá, que es una forma acotada de darle espacio a lo que quería decir. Mañana será otro día, uno de luto.

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