El mar de coral


The Coral SeaThe Coral Sea by Patti Smith
My rating: 3 of 5 stars

I read "Just Kids", now I need more Patti.

Update: I finished reading "The coral sea" a few days ago. I read it in spanish. I was beautiful and poetic, but hardly a story.
It's not like I expected it to be one, but it surprised me for the best how each chapter was a beautiful piece of art in itself.
You could read them separately and you would still get the most inspired and inspiring images.
I reacomend it as a poetry book, not a follow up to "We were kids" (Pattis Smith's previously released book on her relationship with late photographer Robert Mapplethorpe).


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Para admirar su belleza

Interior - Noche - Cabina de un taxi que recorría la Avenida Cabildo, antes del túnel.

A ciertas horas de la madrugada es inútil tratar de elegir un taxi en la ciudad de Buenos Aires: escasean tanto que hay que subirse prácticamente al primero que aparezca. Por eso terminé en el asiento trasero de ese auto negro y amarillo que me llevó a velocidad pareja y constante por la avenida Cabildo, desde la estación Olleros hasta después del túnel en el que muere la vía.

El taxista parecía de buen humor, o al menos nada indicaba que no lo estuviese. No fruncía el ceño, no era parco ni seco en sus respuestas, ni siquiera se molestó en subir la radio de su auto para evitar una conversación casual. Saltamos de una tira a otra en las redes de avenidas de la ciudad y a la altura de la vieja cárcel de mujeres, en Palermo, rompió el silencio.

"Yo me la llevaría a mi casa...", expresó con una sonrisa afable y una voz poco invasiva. El hombre se refería la estatua de una mujer que habíamos visto algunos metros atrás en nuestro recorrido. "Merecería un aplauso, medalla y beso", insistió, "porque yo me las llevaría para admirar su belleza". El taxista se mostró dolido al ver las obras de arte dañadas en la vía pública.

Al parecer, el hombre consideraba que los jóvenes "de hoy en día" eran vándalos sin corazón ni sensibilidad artística, incapaces de respetar las delicadas líneas del cuerpo de una mujer, así fuesen de mármol de Carrara, granito, bronce, o incluso de carne y hueso.

Santa Fe, al alba

Avenida Santa Fe, madrugada del 04/05/2011


- No sabía a quién más llamar -reconoció ella. En cuclillas, con la piel blanca asomando por la media rota y todavía agarrándose las piernas con fuerza.
-Está bien, hiciste bien. ¿Tenés frío?-, le contestó. Puso su saco alrededor de los hombros-

"Santiago"

-¿Puede evocar con más precisión a Santucho?

-Mario Roberto Santucho era el principal dirigente de la organización a la que yo pertenecía; era el secretario general del Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo.
Era un compañero que había hecho sus primeras experiencias políticas cuando fue estudiantes de Ciencias Económicas en Tucumán. Estaba muy influido por una posición muy nacionalista en sus principios y desarrolló en el Noroeste argentino, en la provincia de Santiago del Estero, una organización que se llamaba FRIP, Frente Revolucionario Indoamericano Popular. Lo hizo junto a algunos de sus hermanos. Después, cuando terminó de estudiar Ciencias Económicas, realizó un viaje por Estados Unidos primero y después fue a Cuba, donde conoció la revolución en los primeros años de su proceso, cuando hacía poco que había triunfado.

-¿Qué impresión le produjo Cuba a Santucho?

Ese contacto con la revolución cubana le provocó a Santucho un fuerte impacto en lo político, lo ideológico, y en lo personal y humano. Prácticamente fue después de su viaje a Cuba cuando él tomó una definición tajante en favor del socialismo.

-¿Qué hizo Santucho entonces?

Perteneciendo todavía al Frente Revolucionario Indoamericano Popular , se unió con otra organización llamada Palabra Obrera -que había sido creada por el "Vasco" Bengochea- y formaron lo que después se llamó Partido Revolucionario de los trabajadores en 1964. Santucho fue fundador del PRT y si bien no era el secretario general en aquel momento, sí era el compañero más respetado por el conjunto de la organización.

-¿Cómo era Santucho personalmente?

Santucho era un compañero de una dedicación absoluta a la Revolución. Tenía una voluntad de lucha tremenda. Era de una capacidad muy grande y de una decisión casi única, diría yo. Casi única. No hay una gran cantidad de gente que tenga un grado de decisión y entrega como tenía Robi. Yo tuve la oportunidad de conocerlo bastante bien porque formaba parte de la conducción del PRT y el ERP con él. Convivimos durante mucho tiempo.

-¿Cuándo lo había conocido?

Lo conocí personalmente cuando yo estaba todavía en Rosario. El compañero a través del cual nos conocimos fue Precisamente Luis Pujals, del que hablé antes. A partir de allí establecimos una relación, aparte de lo político y lo ideológico, muy unida en lo personal, muy fraternal. Caímos detenidos juntos, nos fugamos de la cárcel juntos, fuimos a Cuba juntos, volvimos a entrar clandestinamente al país juntos y participamos de toda lucha hasta que cayó.
Durante todo ese tiempo, él fue el dirigente más destacado de la organización nuestra, y pienso yo que uno de los más destacados del movimiento revolucionario argentino. Me parece que la figura de él iba más allá de lo que era el PRT - ERP.

-¿Cuándo fue la última vez que lo vio?

La última vez que lo vi fue el día antes de que fuera asesinado en Buenos Aires. El día en que lo asesinaron yo lo tenía que volver a ver. Yo estaba esperando en una casa a tres cuadras de la de él, porque íbamos a hacer una reunión que después no se hizo. Debo haber estado allí como hasta las 11 de la mañana. A esa hora vino el "Gringo" Menna a avisarme que la reunión esa se iba a suspender. Me fui al centro de Buenos Aires a un lugar donde funcionaba el Estado Mayor, del cual yo era entonces jefe. Cuando volví de ese local me enteré de lo que había ocurrido. La noticia fue sin confirmar primero; era el 19 de julio de 1976; recién lo confirmamos al día siguiente. Hicimos una averiguación con los vecinos del lugar para saber cómo se había dado esa situación.

-¿Qué sintió ante la muerte de Santucho?

Lo que yo sentí, no sé si será objetivo lo que digo porque quizás sea una sensación mía, pero lo que yo sentí es que había una expresión de tristeza en muchas personas. Yo veía eso en la gente en los trenes y en los colectivos. A lo mejor era una cosa que a mí me parecía, pero no sé, yo vi eso. Incluso lo comenté con otros compañeros que me decían lo mismo. Lo que no sé es si eso era producto del dolor que nos había causado a nosotros y creíamos que todo el mundo estaba igual, o si en realidad era así. A mí me pareció que era así. Por lo menos en el barrio donde yo vivía, que era un barrio de trabajadores, en los trenes, en los colectivos yo veía eso.
Para nosotros era una pérdida irreparable. Bueno, hay cosas que no se pueden reemplazar. El Che Guevara murió y puede haber otros compañeros revolucionarios que traten de imitarlo, pero el Che Guevara no va a estar más. Y difícilmente haya otro como él. En este caso es igual. También puedo decir lo mismo del capitán "Santiago". Un revolucionario no se hace de la noche a la mañana.
Ahí también uno aprende a valorar la seguridad de algunos compañeros, como en este caso del Robi. El se tenía que ir del país, en prevención de una situación como la que se dio, porque había una gran presión del enemigo en ese momento y nosotros no teníamos la suficiente capacidad para estar completamente seguros de que no iba a pasar nada. Habíamos tomado la decisión política de que él saliera del país por un tiempo hasta que se preparara una forma de que pudiera regresar con un grado de seguridad mayor. Lógicamente esta salida estaba también vinculada con el cumplimiento de una serie de actividades políticas afuera del país. Era una contradicción permanente: por un lado había que preocuparse por la seguridad de compañeros como Robi, pero por otro no podíamos dejarlo encerrado e inactivo. Fundamentalmente porque no hubiera aceptado. El revolucionario es esencialmente un hombre práctico y activo, y el que no es así no es un revolucionario cabal. Lo que hay que buscar siempre es un buen equilibrio entre la seguridad y la acción, pero no es sencillo.

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Del libro "Conversaciones con Gorriarán Merlo", escrito por el periodista uruguayo Samuel Blixen. Fue publicado en 1988.

Abril Rojo


Abril rojoAbril rojo by Santiago Roncagliolo
My rating: 3 of 5 stars

Esta novela es para leerla una vez como policial y otra como relato anclado en factores históricos, sociales y culturales del Perú en el año 2000. El relato se desarrolla a lo largo de abril de ese año en la localidad de Ayacucho, ubicada justo entre la Cuzco inca y la Lima española o blanca. El protagonista es un fiscal muy circunspecto que aprende a lidiar con las brasas todavía calientes del movimiento guerrillero Sendero Luminoso.

En "Abril Rojo", Santiago Rocangliolo despliega su capacidad para intercalar el factor sorpresa de las novelas de misterio con pasajes históricos, las tradiciones centenarias que aún se mantienen en Perú, los persistentes rencores sociales, la burocracia militar, la violencia de la historia reciente y el cambio abrupto que supuso la apertura de la ciudad al turismo internacional, un fenómeno reciente en esa localidad.

Y en el medio de todo eso, aparece una suerte de Frankenstein formado por los cadáveres de cuatro muertos. O más. Cada una de esas víctimas representan a un estrato o sector de la sociedad. Lo más notable de esta novela son las reflexiones del autor sobre las cicatricas -o heridas abiertas- que dejaron en el pueblo años de violencia.


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