No hay nada más incómodo que escribir con un teclado mojado

y con los ojos empañados por las lágrimas. No son de rabia, sino de tristeza.

Es casi imposible escribir de un tirón y en simltáneo todas las cosas que se precipitan por los lagrimales en forma de arroyo imparable (más desbordado que el Maldonado en día de lluvia). Es como que uno adquiere esa valentía idiota que le hace confesar lo indecible entre gorgojeos y susurros, con un hilo de voz aguda, desarmada.

Si Esteban Cronos fuera real, él me estaría diciendo que fui una vidente excepcional porque vi desde el principio cómo iba a terminar todo mal. Lo curioso es que me animé igual, pero claro, ¿cómo me iba a salir bien, si nunca practico? Me refiero a querer a alguien. No tengo ni la más pálida idea de como hacerlo, ¿por qué pensé me iba a salir bien de una?

Y la gente no es un block borrador donde se pueda hacer prueba y error. Las cosas no funcionan así, aunque ésta vez realmente quería enmendar mis faltas y curar los rasguños infligidos.




La canción de Fito se cuela en el post al sólo efecto de adormecerme un poco. Mi superyo me está rompiendo la paciencia. Ni catarsis se puede hacer en esta casa... ¿Dónde estaba? Ah, sí, en que no sé querer a la gente y cada vez que trato me sale mal, como era de esperarse.

Una lástima, porque una vez alguien me dijo que está lindo querer a alguien y que te quieran, pero parece que eso no está en mi libreto. El tema es que todavía no lo asumí. Cada vez que creo que ya lo tengo digerido se me ocurre probar de nuevo, con el resultado obvio: no está en mi libreto.

Paradójicamente, aunque intentara escribir una historia que con un final mejor que el de la mía, sé que no me saldría porque no la sabría construir.




Dicen que, a veces, escribir en un Blog es como un sincericidio (muerte x sinceridad) porque "lo puede leer cualquiera", pero como en este caso da lo mismo, y está claro que este Blog lo leen sólo 5 personas, me voy a dar el gusto de ser sincericida y sincera. Mis lágrimas me dicen que tengo el derecho y el tiempo dice que tengo toda la razón.

Así que, sin más preámbulos, la niña de carácter horrible lo hizo de nuevo. No fueron sus alter egos, ni una emoción del momento. No está enojada, está triste. Ésta vez quería querer a alguien y no le salió. También puede decir que fue una patada en el coolo de partedel Karma, pero ella piensa que fue su idiotez mundana y nada más.

Otra vez a guardarse los abrazos y comerse las lágrimas por terca, por no entender que el amor no es parte de su libreto.

My Umbrella ella ella ella e' e'!

Como en la canción de Rhianna, yo siempre mantengo mi paraguas abierto por si acaso hace falta refugiarse de la lluvia. Claro, que cuando brilla el sol se transforma en una sombrilla muy eficaz y no deja que me llegue la luz.

"Pará, no abras el paraguas antes de que llueva", le recomiento a Ch. Ella me venía limando la cabeza con qué iba a hacer o dejar de hacer en el caso eventual de que se dieran las cosas del modo en que, quizás, podrían darse...

"Miráme a mí", le explico, "yo siempre tengo el paraguas abierto, aún cuando no llueve, y eso es inútil (dije otra palabra, obviamente)". Y Ch. seguía con sus cavilaciones. "Con un paraguas abierto lo único que vas a lograr es tener una mano ocupada cuando quieras abrazar y encima vas a tener que preocuparte por no metérselo en los ojos", traté de resumir.

Además, las viscisitudes de un paraguas abierto cuando no llueve incluyen un súbito aislamiento (porque no todo el mundo va a entrar bajo el paraguas) y problemas con el viento en contra, que empujará para atrás el paraguas y podría romperlo. Como todo el mundo sabe, un paraguas roto es lo mismo que nada cuando llueve.

Y encima es frustrante que estuviera bien cuando no llovía, porque ahí sólo molestaba.