¡Te amo, Postmodernismo!

Ayer fui a la Feria del Libro con mi hermana y nos dedicamos a vagar y a curiosear stands de librerías, editoriales y distribuidoras. Entramos al predio de la Rural alrededor de las seis de la tarde y salimos a las nueve cada una con alguna adquisición (por supuesto, la mía más abundante que la de mi hermana, como siempre). En nuestra opinión, había demasiados temas superpuestos.

Y es que la literatura tiene la maravillosa cualidad de unir ideas, separar términos y recopilar pensamientos de todas clases, tipos y colores. De ese modo, puede haber un stand con libros clásicos y libros de autoayuda (clásicos, algunos de ellos), así como también libros titulados “Sea un líder del management”, que vienen siendo lo mismo pero para ejecutivos necesitados de nuevas ideas.

“Entrepeneurship” era el titulo de un libro que trataba sobre el fino arte de comenzar una empresa o emprendimiento propio, sin más jefe que uno mismo. Ahora bien: maravillosa prueba de que el pos modernismo, con su superposición y fusión de culturas e idiomas, goza de muy buena salud. Entrepeneur es un término francés que los anglo parlantes usan para denominar al empresario, y a este término “prestado” se le agrega la terminación “ship” propia del inglés.

Así, si uno quisiera traducir “entrepeneurship” debería decir algo así como “el arte / sistema / método de emprender el propio proyecto”. Este Frankenstein lingüístico me hizo soltar una carcajada que todos los visitantes del stand no deben haber entendido. Ellos no le verían nunca la gracia a una palabra tan común y tan obvia como entrepeneurship. Pero en lo más profundo de mi cabeza yo repetía una y otra vez “¡Te amo, posmodernismo!”

Santo Viernes Santo

Una vez más, nos agarra la lluvia fría de abril, que nos sorprende con una probada de invierno en un otoño templado como el que solemos tener en Buenos Aires. Una vez más, es Viernes Santo. Pero en una cultura tan desacralizada como la nuestra, ¿cuál es e verdadero significado de la Semana Santa?
Quizás yo no sea la mejor persona par disertar sobre este tema, pero sí me creo capaz de hacer una simple reflexión en mi calidad de católica no-practicante-pero-a veces-practicante. Tampoco sé si me llamaría a mí misma “católica”, pero creo que todavía me queda el nombre. Lo que ocurre es que a mí, como a muchos otros católicos, me da “fiaca” ir a misa todos los domingos. De ahí lo de “no practicante”.
Pero cuando llega la fiesta de Pascua de Resurrección (porque la otra es la Pascua de Natividad…) algunos de nosotros nos volvemos concientes una vez más de la importancia de recordar el hecho que, teóricamente, se festeja durante la Semana Santa. Se trata de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Es, ni más ni menos, el acontecimiento base del catolicismo y de cualquier religión cristiana.
Es aquello que nos hace hermanos con nuestro prójimo, no sólo entre cristianos, sino entre todos los hombres, ya que por estas fechas, la religión madre del catolicismo está festejando una fiesta similar a la nuestra: Pesaj. El “pasaje” de la esclavitud a la Libertad. Sea de los egipcios o del pecado, da igual. Somos todos libres gracias al mismo Dios.
Pero, como es de esperarse, toda esta maravillosa experiencia de Salvación y Liberación queda opacada por los deseos de pasar unos días panza arriba sin hacer nada. Y la verdad, es una pena. Principalmente porque es el día para recordar el gran sacrificio que nuestro propio Dios hizo por nosotros.
Quizás todo este olvido viene a raíz de que olvidamos lo que es tener conciencia de un Ser Dios. Ya traté alguna vez el tema en este medio, así que no voy a hacerlo otra vez. Simplemente creo en Él y en su Hijo. De modo que hoy es Viernes Santo. Hoy, hace 1973 años, un hombre fue ajusticiado sin justicia, sólo para traer esa justicia a este mundo.
Semejante sacrificio de amor y entrega merece más que un día, pero el tiempo es tirano, o más bien lo es la débil memoria humana. Así que este día, alrededor de las tres, el Universo hizo un minuto de silencio por la muerte de su Señor, pero las criaturas favoritas del Creador no se dieron ni cuenta.

Para no olvidar...

Un 2 de abril más donde nadie se percató de que faltan 1000 chicos en la Argentina gracias a un conflicto que nunca debió haber existido. Gracias a los deseos de un gobierno de “mantener la fachada”. Gracias a nuestra maldita costumbre de creernos mucho más fuertes e imbatibles de lo que en realidad somos.

Un 2 de abril más donde lo que duele no son las heridas, sino la indiferencia. Y de eso somos todos culpables. Culpables, porque no sólo enterramos 1000 chicos, sino también a sus compañeros que volvieron con vida. Con la vida rota y la esperanza diezmada. Somos culpables de nunca haber salido a la calle con la escarapela un día como hoy.

Un 2 de abril más, uno como hace 24 años. Uno más y nadie se dio cuenta, nadie se acordó. Tan fácil nos acordamos del 24 de marzo. Tan fácil nos acordamos del 25 de mayo. Pero nos falla la memoria en abril. Por ellos, por esos chicos. Por la MEMORIA que decimos que tenemos y en realidad no tenemos...

Un 2 de abril, como todos los años, casi lo olvido, casi se me pasa. Salí a la calle sin escarapela. Comí con una amiga y nos acordamos de ellos, pero solo por casualidad. Hoy, 2 de abril, nos acordamos de 1000 chicos que se fueron y no volvieron más. Y nos quedamos mudas. Como cuando pasa mucho tiempo desde que se cometió un error y uno no sabe cómo pedir perdón.