El amante uruguayo


El amante uruguayo: una historia realEl amante uruguayo: una historia real by Santiago Roncagliolo


Lo que más me gusta hasta ahora de "El amante..." es que retrata una historia de amor, celos e intrigas, pero no sólo de Federico García Lorca, sino también de una variedad inesperada de autores rioplatenses. Lo que Roncagliolo logra -por el momento- es transportar al lector a una época poco conocida de la historia cultural de Buenos Aires, esos días en los que Jorge Luis era un muchacho tímido y tartamudo, Pablo era un poeta aventurero y Oliverio era un hombre rimbombante y orgulloso.


View all my reviews

Paul Auster me devolvió las ganas de leer

Antes de entrar de lleno a la explicación del título me gustaría aclarar que siempre fui una lectora mala por lo vaga, esporádica y muy, pero muy lenta. Sin embargo, cuando encuentro un libro que me atrapa, lo leo con tal fruición que no me puedo despegar de él, ni siquiera para dormir. Quizás sólo para ducharme, y hasta lo extraño cuando estoy en el trabajo y no puedo prestarle atención.

Hecha la aclaración, paso a sostener mi premisa sobre la celebrada novela de Paul Auster llamada "Trilogía de Nueva York". Me devolvió la sed por la lectura, por encontrar nuevos autores, re descubrir los viejos, los libros clásicos y los que se convierten en "esenciales" aunque sea por un mes o lo que dure la estrategia de comunicación de la editorial que los lanzó al mercado.

Y no porque "Trilogía..." sea exquisito, o porque Auster tenga un estilo literario depurado, o porque su imaginación sea frondosa. Por esos motivos me gustó su "Brooklyn Follies". Todo lo contrario: lo que pasa es que me aburrí tanto tratando de leer este libro que antes de llegar a la mitad ya había lo abandonado completamente y estaba desesperada y frustrada porque, una vez más, no encontraba una historia que me atrapase.

Según el sitio Goodreads, donde llevo el registro online de lo que leo y lo que me gustaría leer, llegué al 30 por ciento de "Trilogía...", pero sin conmoverme por la historia de Daniel Quinn y Peter Stillman. Lo peor de todo es que antes había leído sin pena ni gloria "Que viva la música", del colombiano Andrés Caicedo, un libro que debía ser demoledor según las diversas personas que me lo recomendaron, pero no me dejó nada.

Entonces apagué mi Kindle y miré mi biblioteca. Y ahí estaba "El amor en tiempos de cólera", de Gabriel García Márquez. El grueso tomo celeste con el lomo ajado llevaba dos años en el mismo estante donde lo dejé después de que se lo robé a mi madre antes de irme a vivir sola.

Ofuscada porque después de leer 100 páginas del libro de Auster aún no le encontraba el gusto, quise comparar el primer párrafo de "Trilogía..." y el primero de "El amor...", con un resultado que ahora me parece obvio: "Gabo" ganó por goleada.

García Márquez me agarró de la nariz en las primeras 10 líneas de su novela, me habló durante páginas y páginas sobre un muerto, y terminó por adentrarme en la historia de amor entre la mujer del médico del difunto y su pretendiente de toda la vida. Y de yapa pasee por Colombia y navegué río arriba y río abajo sin parar durante años de años... Ni ganas de volver a vagar por las calles de Nueva York después de ese descubrimiento.

Durante muchos años fui aficionada a las novelas históricas, y antes de eso disfruté mucho los clásicos infantiles, desde "Azabache", de Anna Sewell, hasta las historias de piratas de Emilio Salgari y sus "tigres de la Malasia". Pero después me quedé sin ideas sobre qué leer, y para colmo no me atrapaba ningún libro.

Con la vieja excusa de "sé que te gusta leer" o "a vos que te gusta escribir", me regalaron "El curioso incidente del perro a medianoche" (de Mark Haddon) y había pedido prestados libros de Sándor Márai, Milan Kundera y otros autores de la categoría "no puedo creer que no los leíste todavía". Pero nada.

Entonces se me ocurrió comprarme un Kindle. ¿Para qué un libro electrónico si no podía leer nada? Por curiosidad, supongo. Cargué primero el texto de Caicedo, porque me habían comentado que era espectacular. Mentira. Creo que "Que la muerte te acompañe", del español Risto Mejide, fue más entretenido.

"Delirio", de Laura Restrepo, me reconcilió con las letras colombianas recientes. Y después descubrí al peruano Santiago Roncagliolo con su "Abril rojo", que me impulsó a leer "El amante uruguayo de García Lorca", con el que estoy por estos días. Además retomé la costumbre de leer en inglés con la novela "Bed", de David Whitehouse, sobre la vida y obra de un obeso de 300 kilos.

Esta semana terminé de leer "The perks of being a wallflower", de Stephen Chbosky, y durante todo el verano tuve un idilio con los cinco libros de la saga fantástica de "Canción de hielo y fuego", de George R. R. Martin, que tienen unas mil páginas en promedio cada uno. De alguna manera tengo que agradecerle a Paul Auster porque las primeras 100 páginas de "Trilogía..." son tan aburridas que me impulsaron a buscar algo mejor.

En el medio encontré dos libros de la rockerísima Patti Smith, "El mar de coral" y "Éramos unos niños", que probaron ser más poéticos y sórdidos que cualquier intento de imitación de la ficción a la realidad (besos a Ian McEwan, me gustaron mucho "Primer amor, últimos ritos" y "Entre las sábanas", pero no pude terminar "Amsterdam").