Una tarde en el shopping

En esta lluviosa tarde, mientras San Lorenzo goleaba a Boca y las radios incurrían en el cliché de pasar esa canción de los Guns and Roses que pasan todas las veces que llueve en noviembre, mis hermanas y yo nos metimos en el shopping para renovar el guardarropas de una de ellas.

Durante las cuatro horas que estuve ahí metida (aletargada, arrastrando mis pies y contra mi voluntad), pude sacar algunas conclusiones. Por ejemplo, que las mujeres van a un shopping sólo cuando no saben qué están buscando, a la espera de ser deslumbradas por algún trapo de modal sobrevaluado...

Pero lo que más llamó mi atención fueron los hombres: todos esos padres, hermanos, hijos (algunos de muy corta edad), y por supuesto, los maridos y novios, quienes, con cara de beata resignación, arrastran sus pies detrás de sus mujeres como un dócil burro de carga.

Algunos se dejan caer en los asientos que encuentran disponibles dentro de los locales, o hasta en el piso del pasillo (dato curioso: hoy vi hasta cinco hombres sentados alrededor de una mesa ratona de la tienda de Rapsodia... pensé que iban a empezar a jugar al poker).

De hecho, un hombre que tendría alrededor de 50 declaró muy convencido que el sillón que se encuentra al fondo del local de Akiabara es "el más cómodo de la Argentina". Es más, mientras su escuálida mujer se probaba una remera tejida tras otra, él daba su parecer de manera escueta, sin mucho halago, como si fuera la enésima vez que la veía probarse la misma prenda.

"Es mejor venir de a 3", concordó después de que comenté que me desligaba de mi rol de "opinóloga" para que mi otra hermana se hiciera cargo.

Pero otros hombres intentan ser útiles y participativos, siempre dentro de lo que sus respectivas parejas les dejen. Al parecer, un "sí, está lindo" o un "te apaga mucho" son las máximas opiniones que pueden emitirse en la materia. Después del comentario edificante se deben llamar a silencio. Y pagar.

Algunos hombres, los que tienen que desenfundar su tarjeta de crédito una vez que ellas terminaron de elegir los trapos de modal más caros de Buenos Aires, deciden tomar cartas en el asunto antes de llegar a la caja de la tienda. Es un proceso delicado... hacerlo con demasiada antelación significa que se alargará su estadía dentro del local de ropa y hacerlo demasiado sobre el momento de pagar significa que no podrá sacar nada de la pila de prendas elegidas.

"Las vendedoras se merecen un capítulo aparte", me dice mi hermana mientras le leo este post. Le encuentro razón.

Cada uno tiene (que encontrar) su lugar en el mundo


No es cosa fácil, pero si lo fuera no valoraríamos el haberlo encontrado. Si bien es cierto que hay veces que uno no puede cambiar lo que pasa, el entorno, hay algo adentro nuestro que nos hace sentir a dónde es que tenemos que estar aún cuando no es el lugar ni el contexto en el cual nacimos (especialmente si es ése es el caso).


Hay un lugar que está hecho a la medida de cada uno, con las dimensiones, colores, aromas y paisajes que están en armonía... un lugar donde todo encaja. El estar acompañado por quien uno quiere tener cerca es más complejo porque entran en juego las sensibilidades ajenas. 

Igual, cada día me convenzo más de que éste mundo es como el pozo de un edificio en construcción. La familia es la cantera desde donde salen lo materiales para poner los cimientos, pero si no hay mano de obra es lo mismo que nada. ¡Agréguese un poco de metal y estamos listos para empezar! \,,,/


Hablando en serio, las paredes tendrán el grosor y la textura que les demos. Pueden ser gruesas, resistentes e impenetrable para los intrusos, siempre en la medida que nosotros lo queramos. Eso sí: sería una pena dejar afuera a los amigos por aislarse de los enemigos. Y una pared finita no resiste ni una lluvia de verano, así que es mejor buscar el punto medio.


Ladrillos y cemento. Importantísimo que sean de buena calidad. Algunas personas serán los ladrillos que te peguen y otras los que te amparen, y unas muy poquitas serán el cemento que te mantenga bien pegado.


Hay que usar sólo las piedras que sirvan para algo, las otras es mejor dejarlas a un lado. Por más que algo parezca ideal como piedra angular no necesariamente puede servir como tal.

Las terminaciones tienen que ser prolijas, cuidadas, bien medidas y ubicadas... porque no es cuestión de que la casa se vea mal desde afuera, y no hay nada más inútil que tener una ventana que da al piso, ¿no?

Con toda esta analogía digna de un cuento de Bucay a lo que quiero llegar es... al lugar donde quiero estar.

Creo que sé cuál es porque haber estado ahí se sintió extrañamente natural y eso es lo que marca que sea "el" lugar. Que estés a miles de kilómetros de donde naciste y sepas que estás en tu casa, que las calles son tuyas y que sabés a dónde vas... "priceless", como diría la tele.

Si no estoy donde creo que debería estar, y si no me gusta el lugar donde la vida me puso, será motivo para echar a andar y llegar a donde tengo que estar. Y cuando llegue a ese lugar, echaré mano a los materiales que me fueron dando, y a los que haya conseguido por mis propios medios.







Ah... me olvidaba: ¿El techo de la construcción? Ese lo pone el tiempo, al final de la vida... Hasta ese momento, es un continuo ir y venir de ladrillos.

NCN - No cuesta nada

No cuesta nada tomarse el tiempo para reflexionar en lo que uno quiere. No debería costar, por lo tanto, decir lo que uno quiere.

Está bien que a veces el timing, es decir, el manejo del tiempo, lo es todo... Pero la vida es taaaaan larga que vale preguntarse si un mes más o uno menos podrán cambiarlo todo. Si ese último esfuerzo, o si esa bala que parece de salva no será el tiro de gracia.

Yo no digo que sí, ni digo que no... digo que depende. A ver si están de acuerdo conmigo: "Depende" es una palabra maldita, porque deja abiertas las puertas de todos los pasadizos de un laberinto.

¿Qué quiero? ¿Lo quiero? ¿O es sólo un capricho?

La misma encrucijada puede plantearse en cualquier ámbito de la vida... Hagan la prueba, se van a dar cuenta de que es así, y no hay otra respuesta que valga que no sea la propia.

En lo personal, las respuestas surgen cuando miro atrás y adelante, arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda. O sea que miro a todas partes, para ver qué me sirve, qué me pesa, qué me gusta y qué no me sienta bien.

Y si quiero cantar bajito, enamorarme, comer empanadas o todo lo antes mencionado, entonces lo hago (bueno, salvo porque no se canta en la mesa ni con la boca llena porque es mala educación y "nadie quiere a las chicas maleducadas").

Por otro lado, si quiero decir las cosas las digo (aún cuando nadie me esté escuchando... ok, especialmente cuando nadie me está escuchando). Lo mejor es no quedarse con el bocado en la boca, esperando que lo escupas o lo mastiques.

Just do it now... Por sí o por no, por empezar de cero o por los viejos tiempos. Si en una encrucijada no pasa "algo", entonces estamos condenados (todos los humanos) a ser seres altamente olvidables.

*NCN unir los verbos "pensar", "sentir" y "decir"*


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Ah, a todo esto... tampoco cuesta nada hacer click y pasar por Proyecto Nada ;)

"Como te ven, te tratan"

Ya lo decía Mirtha Legrand: "Como te ven te tratan, si te ven mal, te maltratan"... ¿o no era así la frase? La cuestión es que entré en ira con mi madre, una vez más. Cuando está todo bien ella es "mamachan", pero cuando hace ESTAS cosas... es Madre.

Lo curioso del cuento, que ocurrió el lunes pasado, es que me enojé con ella, pero no por algo que hubiera hecho sino por algo que no hizo, y que no me afectaba de manera directa (o de manera alguna). Es sólo que me indignó.

Mamá Chan y yo nos tomamos un colectivo para volver desde una localidad en la provincia de Buenos Aires. El bondi en cuestión era de la línea CATA y venía desde Mendoza cargado de pasajeros con acentos muy lejanos al porteño (quizás chilenos, quizás mendocinos, quizás cordobeses, quilosá).

Al subir, nos dimos cuenta de que no nos sentaríamos juntas sino que yo me sentaría con un señor que hablaba mucho por teléfono y Mamá Chan compartiría asiento con una señora de unos 50 años con un push up que le recogía la anatomía y se la colocaba en suspenso sobre las clavículas. Exceso de maquillaje, el pelo teñido color remolacha y algunas arrujas arremolinándose en sus ojos olvidables, la mujer sonreía impávida al vernos paradas en el pasillo al lado suyo.

Un señor que había subido al coche justo detrás nuestro reclamó la butaca número 27, junto a la ventana, y a Mamá Chan le tocaba la 28, junto al pasillo. Eso dejaba la incógnita de dónde se sentaría la mujer. La señora en cuestión había apoyado sus pertenencias (una cartera, un buzo y un bolso abultado) en el asiento 27 y se había depositado a sí misma en el que le correspondía a mi madre.

"Ah, pero ió tengo el número 27", se defendió la mujer. "Sí, pero está sentada en el 28", le contesté. Mientras tanto, el hombre gritaba desde el otro extremo del pasillo "Me equivoqué, no era mi asiento".

Entonces, la mujer se movió a su lugar. Mejor dicho, se movió a la mitad de su butaca, ya que quedó sentada justo donde se unen los dos almohadones. Siendo una señora de edad y volumen considerables, Mamá Chan se sentó con cuidado y en silencio en la porción del asiento que le quedaba, aún sabiendo que estaba apretada innecesariamente.

"Listo, ya estoy ubicada", declaró estoica. Ahí me indigné y dije basta. En voz alta y clara agregué a la escena "lo que no quita que la señora está sentada en la mitad de tu asiento", a lo que la mujer contestó sonriente con un cantito lejano "no, lo que pasa es que es gordita".

WTF?! ¿Le dijo "GOR - DI - TA" a MI Madre? Inadmisible. Chan replicó: "No, lo que pasa es que su bolso está ocupando la mitad del suyo". Simple, evidente y sin sutilezas que entorpezcan el mensaje. Aún así, la mujer desvió la mirada, movió levemente sus pertenencias y siguió sentada prácticamente sobre el muslo izquierdo de mi madre durante las 5 horas que duró el viaje.

Tardé al menos 10 minutos en calmarme. El hombre con quien yo compartía asiento me miró con cara dubitativa... no sabía si descargaría un golpe de ira sobre él o qué. Podría haber sido mucho más violenta sobre todo después de que la mujer le faltara el respeto a MI Madre de ese modo, como si su trasero no tuviera también problemas con la gravedad y la ley de expansión.

De vuelta en casa, Mamá Chan quiso comer unas galletitas dulces pero la contuve a ladrido limpio. Ella me hizo notar mi mal modo, a lo que le contesté desde el fondo de mi ser: "¿Por qué no puedo hablarte mal? Otros lo hacen y no haces nada".

"Estaba cansada como para discutir", se excusó sobre el episodio. Pero hay veces que no sirven las explicaciones. ¿Por qué alguien se dejaría pasar por arriba de ese modo? ¿Por qué no defenderse? Esa mujer la insultó y ella no opuso resistencia.

No se puede estar cansado para defender la dignidad de uno. Y nadie, ni siquiera uno de los propios hijos, puede hacerlo en su lugar.

La lluvia hace que la gente se desintegre

Otra explicación no le encuentro: si no es porque se desintegran, no entiendo por qué cuando llueve la gente camina a paso ligero, mirando al piso para no pisar un charco o baldosa floja y con al menos uno de los hombros rozando la pared con tal de aprovechar "el techito" que les dan los balcones y toldos de los edificios.

Algo de cierto debe tener el relato de Isaac Asimov en "Lluvia, lluvia, vete lejos"... Es eso, o no entiendo el por qué de las caras tensas y los ceños fruncidos cuando dos personas se disputan en una milésima de segundo quién va a caminar bajo el "techito".

Lo que más me llama la atención es que cuando uno intenta ampararse bajo los balcones rara vez lo logra: siempre queda un hombro descubierto que se moja el doble que si caminara por la calle, porque las gotas que resbalan por los balcones suelen ser más gordas que las que caen del cielo.

Algunas de las reflexiones inútiles que inspira una buena, copiosa y fugaz lluvia veraniega, como la de esta tarde:

- Hey, es sólo agua. ¿Leyeron bien? No son bolas de fuego, no es la ira divina, no es un cataclismo que destruirá el mundo (eso llegará en 2012, me dijeron). Es sólo una rara combinación de dos átomos de Hidrógeno con uno de Oxígeno... agréguese la Gravedad a 9,81 m/s2 de aceleración y voilá!


- Señora o señor, si Ud. pasó la barrera de los 70 años o tiene una prótesis de metal por cadera, hágase el favor de quedarse en su casa. Es lo mejor para Ud. y para el resto de la población, sobre todo para esos jóvenes irresponsables que salen a la calle sin paraguas por no consultar el pronóstico y pretenden caminar bajo los balcones para no mojarse.

- Sí, de acuerdo, mojarse no roquea cuando una está vestida de blanco, con pollera corta y está parada haciendo equilibrio sobre stilettos de 12 centímetros... Pero podrías haber consultado el pronóstico, ¿no?

- Ok, agarrarse una pulmonía no roquea tampoco. Shit happens, pero al menos tenés algún lugar donde meterte. Imaginá por un segundo que no tuvieras casa, o que tu casa fuera una caja de cartón, de esas que se desintegran muy fácil en el agua. Exacto. Tomáte una aspirina con un té y después me contás cómo te sentís.

- Si el calor vuelve a las personas seres embotados y poco pensantes, la lluvia produce un alivio inesperado a las neuronas y logra apagar el fuego. Me gusta la lluvia porque es como si el cielo exhalara toda la humedad que tenía, como si hubiera estado conteniendo la respiración.

Por eso resigno los "techitos" cuando llueve. Por eso, y porque no soy disoluble en agua.

Ah, casi me olvidaba: hoy hubo viento del norte durante toda la mañana... Dicen que pone a la gente medio loquita, pero bueno, asumo que el agua les habrá bajado los humos.

Acampen, no hagan un acampe

Véanlo uds. mismos: la palabra "acampe" no existe en el diccionario de la Real Academia Española. No es que crea que la RAE es palabra santa en la materia, pero supongamos que le podemos dar crédito a la hora de legitimar y definir un vocablo... ¿de dónde sacaron que "acampe" es una palabra? Y lo que es más llamativo... ¿por qué la usaron como sinónimo del verbo "acampar"?

Hace 10 días se produjo en la ciudad de Buenos Aires un evento inesperado: un grupo de piqueteros acampó durante toda la noche en la intersección de las avenidas 9 de Julio y Belgrano, frente al ministerio de Desarrollo Social. Al día siguiente, varios medios titularon la noticia así:



Repito: no es que tenga algo en contra de los tituleros del diario La Prensa, ya que ví el mismo término repetido en los titulares de TN, C5N, La Nación, Clarín... Todos con la misma palabra que resonaba como una campanita en mi cabeza... "Acampe", "acampe"... Dice la todopoderosa Wikipedia que "Acampe" no es ni más ni menos que una flor.



Al parecer, el acampe es una preciosa florcita color amarilla que crece en el África y en Asia, más precisamente en la India, la China, Indonesia, Malasia, Filipinas y hasta en Nueva Guinea. Se trata, ni más ni menos, de una especie de Orquídea, una de las flores más finas y delicadas que existen en el mundo.

Pero gracias a algunos periodistas locales también es una medida de presión social.

En todo caso, puede ser que sea yo quien no comprendió la jerga de mis colegas al no interpretar correctamente ni los títulos ni los grafs, pero les aseguro que lo intenté. Sin embargo, me costó mucho menos comprender la noticia que dio ayer el sitio español 20 Minutos, que publicó la dramática historia de una mujer que lleva 20 años intentando que la Justicia de su país le reconozca que hubo mala praxis en el tratamiento de su hijo. Es por eso que ella está acampando hace 5 meses frente al Ministerio de Justicia español.


Lejos de usar el nombre de una flor para titular acerca del delicado estado del muchacho, y de la lucha de su madre, el diario digital se limitó a publicar:

Repito una vez más que no es mi intenció criticar, sólo me llamó la atención que, en pos de resumir, o quizás de utilizar un término menos trillado, los medios argentinos se pusieron una flor en el ojal, y no era precisamente un clavel rojo... era una preciosa flor de Acampe.

Dicho sea de paso, si les interesa saberlo, el sitio Sinónimo.es propone como sinónimos de "acampar" los términos "acantonar", "acuartelar" y "emplazar"... Otra opción es chequear en Google.

Ojos de cielo

No suelo hacer más de un post al día (a veces no hago ni uno a la semana), pero lo que ví hoy me llenó de un sentimiento que no pude identificar en seguida. La secuencia ocurrió esta tarde cuando un chico castaño, bajito y muy flaco entró al vagón de subte tambaleando un poco por el movimiento.

Sus ojos eran color almendra, muy redondos, y su mirada estaba algo apagada. Dijo que se llamaba Jonathan, que tenía12 años y que iba a cantar una canción para los presentes, que esperaba que le retribuyeran en monedas, o aplausos. Tuve la sensasión de que prefería el primer tipo de retribución.

"No parece de 12 años, es muy bajito", objetó en voz baja una mujer que estaba sentada con su hija a mi lado. Estuve de acuerdo, pero no por su tamaño, sino por sus ojos. Grandes, redondos, con hambre. Cansados, exhaustos, tenía la sensación de que tambaleaba un poco por el movimiento del subte y otro poco porque sus piernas le pedían sentarse al menos hasta la próxima estación.

Después de presentarse, Jonathan recorrió el vagón de un extremo a otro cantando la canción "Ojos de cielo". Trastabillando en las palabras, confundiendo algunos versos y con la voz a flor de piel, como si estuviera clamando y cantando, el chico fue y vino a lo largo del vagón lo que duró su actuación. Al terminar agradeció los aplausos, y un poco más las pocas monedas que cayeron en sus manos.

No, no le saqué foto, pero algo me dice que mañana seguiré recordando esos ojitos de cielo nublados... y creo que ya sé lo que sentí...

Mi madre es una científica frustrada

Otra explicación no puede haber: Mi querida madre es una científica frustrada que preferiría estar estudiando los cambios físicos y químicos de los objetos biodegradables en vez de estar haciendo compras en un supermercado.

Esta reflexión no surge de una epifanía, sino tras notar un patrón constante en la cocina de mi propia casa. Por ejemplo, el último experimento sobre la progresión de la degradación de un durazno fue exitosa, tras lo cual, una vez más, la que escribe se tuvo que comer el resultante de la experiencia.


Sí, me gustan las frutas y las verduras, y quiero que siga trayendo, pero no considero necesario que traiga un kilo de manzanas que terminarán irremediablemente en una insulsa compota con tal de no ver una colonia de gusanos progresar en la mesada de la cocina, donde está la frutera. No es que no comamos la comida, sino que compra demasiada.

Después de que mis hermanas mayores se fueron de casa, madre se sintió un poco más aliviada por no tener que hacer "la compra del gran capitán". Pero aún así, cada semana trae del supermercado suficiente comida como para alimentar a cuatro o cinco personas, y eso que somos sólo dos.

Empiezo a pensar que le tomó algún extraño interés científico a la cuestión de ver pudrirse a la fruta en la mesada y a la verdura en la heladera, de lo contrario nada más es que le gusta ver cómo se pudre la comida y listo.

La buena educación.exe


Me borró. ¿Lo podés creer? Ya está, lo borro y que se mate. Porque si borrás a alguien de tu Facebook es como matarlo en vida, hacerle un corte de manga, darle el piante o echarlo a la calle con los perros. Es como decirle “no estás más invitado a saber de mi vida”… O no.

Para todas aquellas personas que siempre pensaron que en Internet no hay reglas de convivencia, privacidad o respeto: sepan que se equivocan gravemente. Como en toda sociedad, en el mundo cibernético hay reglas básicas y tácitas que deben contemplarse sin falta, y no las enseñan las madres.

Hay cosas, como contestar un mail, que no pueden esperar: después de un mes (que es casi como una eternidad) es ser un colgado y no da. También está el famoso “mutis por el msn”, en el cual uno de los interlocutores decide ignorar al otro adrede, o tardar unos 15 minutos en dar una respuesta tan simple como “ok” o “jaja”.

Ese lapso de tiempo deliberadamente prolongado puede significar un sinfín de cosas, desde que el usuario se está “haciendo el interesante” hasta que el pobre infeliz tenía que ir al baño. Pero nunca lo sabremos a menos de que tengamos una camarita web conectada y monitoreando al receptor del mensaje.

Quizás las personas que son analógicas, por decirlo de algún modo, no entiendan a fondo lo que implica que una persona borre de su red social a otra, pero funciona casi como pasar la libreta de teléfonos de un año a otro. Ofenderse o preocuparse está a la orden del día: he ahí la paranoia del siglo XXI.

Para preguntas como “¿Por qué me borró?” o “¿Por qué no me ‘aceptó como amigo’?” sólo hay una respuesta: porque no se le dio la gana.Apesta que te hayan dejado afuera del club, pero pensándolo bien, ¿realmente querías estar ahí dentro?

Puede que sí y que te moleste que te hayan negado la membresía, pero bueno, tampoco es el fin del mundo (real al menos). Preocupáte seriamente cuando te encuentres cara a cara con esa persona y compruebes que se pudrió la onda.

Yo soy de las personas que piensan “en analógico” en ciertos casos. Por ejemplo, las discusiones, las disculpas y las emociones se expresan cara a cara. No da por MSN. O sea, a los 12 años podía estar bien para vencer la timidez, pero después de cierta edad… mejor puentear la PC y tomar un café en la esquina.

Hay otros hábitos que tienen que ver con la educación, como saludar en la sala de chat A veces, una persona entiende que al abrir una sesión de MSN tiene que saludar a los usuarios como si entrara a una casa. No merece la pena ofenderse si eso no ocurre o aplicar la lógica “no le voy a hablar hasta que me hable” porque, de hecho, es poco lógico.

Cuando alguien entra a una casa saluda, pero también lo saludan. Y cuando un usuario entra en MSN y tiene ganas de hablar con alguien, lo hace y listo. Obviamente se dan casos en los que la historia entre dos personas trasciende las barreras de Internet y entonces la subjetividad deja lugares grises que se prestan a confusiones que terminan en un “¿Por qué no me hablaste y listo?”, pero eso rara vez pasa.

En definitiva, las cuestiones humanas sobrepasan, inundan y ¿viralizan? las cibernéticas y lo que realmente importa es que nadie quiere ser borrado de una comunidad virtual porque les recuerda que también podrían ser borrados de la real.