Oda a Bob Marley



Ahí lo tienen. Ella lo explica mejor que nadie: piensa porrearse durante casi un mes y facturarlo como un "trabajo de investigación de campo" frente al Ministerio de Hacienda español.

No lo entiendo, pero sí lo entiendo.

No entiendo qué gana esta periodista en aventurarse por caminos canábicos durante 3 semanas como si fuera algo de vida o muerte, o lo que es peor, como si fuera una manera de mostrar la insania de ese "57 por ciento de jóvenes que alguna vez ha probado porro", del que habla tan enseriada en la presentación de su programa.

Lo que sí entiendo es que su experimento es el que le gustaría hacer al público no canábico: es una ventana hacia ese mundo malo, malo donde gente mala, mala fuma cosas malas y a veces no tanto. Supongo que obedece al morbo o a la curiosidad del público que espera ver:

a) Cómo la periodista va transformándose a lo largo de su experiencia en un ser demacrado, desconectado de la realidad y que tose convulsivamente y no completa las frases (para que los padres digan desde "vez, niño, la marihuana es mala, mala" hasta "esa gilipollas fuma de la mala, mala").

b) Cómo la periodista se transforma en una persona menos prejuiciosa y se pone en contacto con la cultura y el universo social alrededor del thc (y así, logra que la sociedad española expanda su mente y que se legalice la marihuana como en Amsterdam).

c) Cómo la periodista va... o sea... me olvidé.

b) no, d) Có mo la periodista va aprendiendo a armar sus propios porros, se arma su quintita, larga el eperiodismo barato y se pone a comerciar.

En fin, la cuestión es que la compañera está en camino, aunque no sabe muy bien a dónde. Hay que reconocer que la idea de su programa es un buen nicho. Recordemos que se trata de pasar 21 días haciendo cualquier cosa, desde fumar porro hasta dejar de comer para ponerse en la piel de una persona con transtornos alimentarios.

No puedo decidir si es brillante, chanta o una hdp.

PD: Yo mientras tanto, estuve aprendiendo de la supremacía de calidad del punto rojo chileno.

Aquí Laura Aceto, lista para terminar con la farsa de las Boy-bands y los chamuyos baratos


Es increíble la mierda que nos comemos las mujeres con tal de ga**** (o hacer el a***). Si sólo tomáramos un momento para analizar las estupideces que nos dicen algunos hombres para chamuyarnos... creo que todas acabaríamos felizmente solteras. No solas, sólo solteras.



Pero Laura Aceto te saca la máscara, y la bombacha: cuando nos calienta un tipo no nos importan las trastadas que se mandó con su "ex" (que “seguro se merecía eso y más”). Tampoco nos afecta cuán cretino sea, todo con tal de una buena revolcada. Claro que cuando después el tipo te caga, pobrecita de vos… por necia, porque sabías qué tan mal olía esa mierda antes de que te metieras de pies a cabeza.




Por ejemplo, hace unos días estuvieron de visita por la Argentina una ex-boy band, los Backstreet Boys (¿algo así como los chicos de la calle del fondo?). Si algún lector tiene el impedimento de ser hetero, les cuento que estos tipos, que son cualquier cosa menos "boys” (chico, en inglés), se pasaron toda la década de los 90’s cantando canciones empalagosas, pegajosas y por supuesto, redituables a nivel económico.






Los Backstreet Boys / Men lograron embadurnar a las adolescentes de hace 10 años igual que a las de hoy, pero una canción en particular llamó mi atención. Melódicamente hablando, se trata de una tonada suave, armoniosa y placentera. Pero la letra deja al descubierto que en realidad, a los chicos no les importaba tanto el romance: sólo querían llevarse a las chicas a la calle del fondo.



Y millones de borregas alrededor del mundo decían “¡Yo canté ‘pri’!”





El estribillo debe ser una de las declaraciones de amor más románticas de finales del siglo XX. Dependiendo del nivel de ilusión que maneje la chica en cuestión, o de manipulación que maneje el chico, se podrán entender dos cosas:



1) "Tu pasado no te condena, porque a mí no me importa que hayas sido una puta barata y que te hayan montado más que a un pony de los de Plaza Italia, yo te quiero igual. No importa que vayas a romper mi inocente corazón… mi amor no entiende razones.”



2) “Tu pasado no me interesa. No me importa quién sos, ni de dónde venís, ni qué mierda comiste para el almuerzo. Sólo quiero te coger, ¿se entiende? Vos, concha y yo, pija. Fin de la conversación.




Siempre que me la tires, te adoro, sino, perdéte. Pero sé que me la vas a venir a tirar, porque sos una puta barata y estás más montada que un pony de Plaza Italia.”




Nota: Favor de observar los rubios platinados, cortes techo - dos - aguas, la moda noventosa y las "caras de sinceridad", con cejas arqueadas y todo.

http://www.youtube.com/watch?v=U015Uco3l3Y

Odio escribir mails profesionales

Simplemente no me llevo con ese género pseudo fantástico en el que, por medio de unas líneas, una persona trata de darse a enteder con la mayor cantidad de palabras, sonando lo más ampuloso posible. Rimbombante.

Los "mails profesionales", o sea, los mensajes hacia jefes, futuros jefes, compañeros de oficina o colegas, son la cosa más complicada de escribir. Para empezar, hay toda una cuestión con el registro que tendrá el texto: ¿Trato a la persona de "Usted" o de "Vos"?

Otras dudas a la hora de escribir un mail son la duración del mensaje, el vocabulario (porque algo peor que parecer un asno escribiendo es parecer pretencioso), o el famosísimo: "¿Cómo digo lo que quiero decir, pero de una manera 'linda'?"

Hasta cierto punto podría decir que me frustra un poco escribir mail "profesionales" porque me encanta escribir cartas (de esas que se mandaban por correo), pero nunca sé ni qué registro usar ni cómo llegar al punto sin cometer el sincericidio (cosa que ya hice con anterioridad).

Aprender a escribir estos condenados mensajes me cuesta, pero por sobretodo, me saca de quicio. Cada vez que los envío siento más nervios que si le estuviera declarando mis ingresos a Montoya. Voy a tener que trabajarlo... o contratar a uno de esos nóveles trabajadores online.