Mañaneros

Todas las mañanas se repite la misma escena, digna de una pieza de ballet:

Salgo con el tiempo justo para llegar a una hora razonable al trabajo y en la entrada de mi casa me encuentro con Víctor, el encargado, que está despierto desde hace horas. El hombre, de unos cincuenta años, panzón, gran sonrisa y siempre con un chiste listo, intenta despabilarme con una broma.

Por ejemplo, se para junto a la puerta del ascensor y simula sorpresa mezclada con terror. Mi respuesta, y mi cara, son acordes: enfurruñada, con los ojos achinados y sin expresión en la voz le contesto con un escueto "chau, buen día". Después de varios intentos fallidos, Víctor dejó de intentar arrancarme una sornisa a la mañana.

En la calle, camino por la vereda esquivando las baldosas flojas para no terminar con agua turbia salpicada hasta la rodilla. Aunque no llueva, no es un detalle menor.





Para evitar el momento incómodo de sentir el agua fría en los dedos, y entre las plantas de los pies y las sandalias, bajo al asfalto para evitar el balde que rebalsa en el edificio de al lado. Saludo al encargado con la cabeza (mi sueño no permite otra cosa),y vuelvo a subir a la vereda cuando veo que pasó "el peligro".

Al llegar a la esquina, doblo y empiezo a caminar por el asfalto de nuevo, porque está el encargado del edificio de la esquina interpretando la misma escena. Para cuando llego al borde de la plazoleta hay una suerte de coreografía de escobas, baldes, mangueras y agua fría, donde media docena de bailarines vestidos con overoles caqui o azul llevan a cabo una de sus primeras tareas matutinas, por lo general mientras charlan.

La mayoría debe tener más de 40 años de edad, y se me ocurre que algunos deben conocerse entre sí hace décadas, porque se ríen y se pasan parte de las actividades de los hijos propios. También del movimiento de los jóvenes que viven en sus respectivos edificios (a partir de lo cual empezó mi paranoia por todos conocida).

Los admiro. Levantarme temprano me anula, y ellos se deben salir de la cama por lo menos dos horas antes que yo. Su trabajo, además, es invaluable. Basta con pensar quién es la primera persona que se llama cuando uno:

a) se quedó afuera de su propia casa
b) se le rompe un caño un domingo a la noche
c) quiere saber qué demonios hace el vecino del quinto a las tres de la mañana.

Y es que ellos son una fuente inagotable de soluciones e información vital, como quién alquila la cochera del vecino y por qué monto. Además, su sola presencia brinda seguridad a los vecinos, sobre todo a los que viven solos porque saben que, ante la emergencia, hay alguien en la casa.

Dicho esto me resta preguntarme seriamente: ¿Es necesario que baldeen todas las p**** mañanas con el balde lleno de agua fría, que encima echan sobre la vereda, y sobre mis pies, como si quisieran sacarle a las baldosas la roña de 1810?

Mr. America vs. Juan Gaucho

"Hay una cola enorme para ver la muestra de Warhol, que a mí me pareció un desastre", le dijo ella a su interlocutor, del otro lado del teléfono. Algo de eso era verdad: la fila se extendía desde el lobby del museo MALBA, en Palermo, y salía del moderno edificio dibujando una "S" con varias curvas de más.

Lo que no calificaría como "desastre" sería la calidad de la muestra, pero no fue la única vez en la tarde que escuché esa palabra. Dentro de la exposición, que terminó hoy después de cuatro meses en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (o sea, el MALBA), había fotografías, serigrafías y pinturas de Andy Warhol, además de dos instalaciones, proyecciones de cortos y algunos retazos de entrevistas pertinentes.

Una de las instalaciones, llamada "Clouds", o "Nubes", constaba de un grupo de globos plateados con formas de almohadones rellenos de helio que bailoteaban en el aire gracias a un ventilador ubicado en la esquina del cuarto, discreto pero nada sutil. En el museo dedicado a Warhol, en su ciudad natal, Pittsburgh, se ve así:






Después de jugar un rato con los globos me empezó a molestar el cuello, así que seguí adelante. Entonces escuché a dos mujeres que comentaban entre sí el "desastre" de la exposición de Warhol... Al parecer, no eran clientas satisfechas. ¿Había fallado la producción?

Tres chicas pálidas, muy flacas y con melenas largas desgreñadas se agrupó frente a una de las instantáneas de Warhol. "No entiendo los museos", confesó una en voz alta, pero sólo consiguió ser reprimida por sus compañeras.

Creo que fue el comentario más acertado que escuché, sobre todo porque había cientos de personas apreciando como arte una serie de serigrafías color fluo, almohadones de nylon plateado relleno de helio y latas de sopa. O sea que el museo quedó desactualizado, casi arcaico, al lado del espíritu de la muestra.

Algunas cosas vuelven iguales a todos los hombres: el nacimiento, la muerte, los cuernos... y la Coca - Cola. Éste último aporte, claro, fue hecho por Warhol, quien escribió una interesante reflexión en su libro "La filosofía de Andy Warhol: de la A a la B, y de vuelta otra vez", que por cierto ya me encargué en Amazon.com en lo que fue mi primerísima compra online en toda la vida.


La cuestión es que Warhol reflexionaba sobre cómo la producción en serie hacía que un rico recibiera la misma coca - cola que un pobre (siempre que éste último quisiera invertir en comprarla). Ese concepto aplicado al arte, al consumo, a la cultura... ¿Habrá sido la última gran revolución del siglo XX?

Otra obra que me gustó mucho fue la serie de cuadros pintados con acrílicos y tinta de serigrafía que seguían paso a paso el asesinato y el entierro del presidente estadounidense John F. Kennedy. Al costado de los cuadros había un recorte del "Popism" donde warhol explicaba que no le había molestado tanto como el hecho de que los medios le indicaran a la gente que tenían que estar "muy tristes" porque JFK había muerto.

Claro que también eran destacables las pinturas de Marilyn, Jackie Kennedy en el entierro de su marido, y los retratos de Lenín y Mao que estaban apoyados sobre un empapelado azul con cabezas de vacas amarillas (la segunda instalación de la obra). Pero yo no quiero hablar de lo que destacan todos.

Justo cuando pensé que había visto suficientes retratos de Marilyn Monroe y que había agotado mis ojos frente a las pantallas de los cortos unipersonales filmados en primerísimo primer plano, me encontré con un visitante inesperado. Era un hombre extremadamente delgado, de cara angulosa y ojos rasgados. Su pelo negro era muy finito y la frente muy amplia. Estaba envuelto en un sari bordó a modo de hábito de religioso. 

Sonreí. ¿Cuál era la probabilidad de que un monje budista pisara una muestra del Sr. América, que convirtió la producción en serie en arte, y viceversa? Pocas, pero ahí estaba, como una deliciosa contradicción, hablando con dos hombres como si estuviera debatiendo sobre el Nirvana entre los cuadros de latas de las sopas Campbell's.

Baobabs



Como en todo sitio, también en el planeta del principito, existían hierbas buenas y de las malas que resultaban naturalmente de semillas buenas y de malas semillas. Ocurre que las semillas son invisibles y duermen en el secreto de la tierra hasta el instante en que a una de ellas se le ocurre despertarse.”, (El Principito, Antoine de Saint Exupery).

Todo el mundo tiene de vez en cuando un baobab en la cabeza. En realidad, las semillas para estos árboles mentales están presentes siempre, pero cada tanto una “se despierta” y crece hasta invadir todos los rincones del esqueleto.

Ustedes ya saben qué quiero decir... El baobab era el árbol que echaba unas raíces eternas que ponían en peligro de destrucción al pequeño planeta donde vivía “El Principito”, de Saint Exupery. La especie existe de verdad y se encuentra en África, por ejemplo.

Pero un baobab mental es otra cosa. Es algo que aparece de un momento a otro y le carcome a uno el cerebro, generalmente por la noche. Algo como un mal recuerdo, una frustración o un problema recurrente que viene a exigir solución a las dos de la mañana.

Empieza como una plántula en la sien, como un cosquilleo lejano que se localiza en la parte más blanda de la frente. Después, el pequeño baobab echa raíces en el oído, el pómulo y en el cuero cabelludo. Aparecen los primeros reproches, los “mañana lo haré mejor” o los “ya pasará”.

Las primeras ramitas de la planta empiezan a hacerse ver frente a los ojos y los vuelve más pesados. El cuarto está a oscuras, pero se ven las imágenes que querríamos podar.

Mientras tanto, las raíces invaden la nariz y uno cree que le pica por un resfrío, pero no. Es el baobab que sigue creciendo. La planta que se alojó en el oído permite escuchar de nuevo las preguntas para las que no tuvimos respuestas lúcidas u oportunas.

Como en la historia del Principito, un baobab mental debe ser arrancado de raíz para que no termine por hacer explotar, en este caso, el cerebro, o para que no siga creciendo a lo largo del cuello hasta llegar a infectar los hombros.

“Si un baobab no es arrancado a tiempo, ya no es posible luego”, advierte el texto de Saint Exupery. De la misma manera hay que procurar extirpar los baobabs que crecen en nuestra cabeza, para no encontrarse a las tres de la mañana viendo películas viejas en la televisión, o escribiendo en un Blog.

Las tres cosas

"Quiero decir que uno puede estar solo mientras alguien lo acaricia", tipeó en una solitaria máquina de escribir Osvaldo Soriano, a mitad camino entre narrador y personaje, un poco en la historia y otro poco por afuera de ella.


Y fue el final, y fue triste.

Reflexiones de mi shisha

¿Cuánto pesan los recuerdos, las herencias familiares, los nombres, los cuentos? Amén del bagaje cultural que cada persona recolecta a lo largo de su vida, hay una cuota de información que cada uno trae pre - configurado de fábrica... ¿o no?

A veces es una bendición y otras tiene toda la pinta de ser una maldita mochila que a uno le encajan apenas llega a este mundo y queda insertado en una familia aparentemente "cualquiera" en la cual quizás nunca se encuentre cómodo en toda la vida. Me llama la atención, eso es todo.


También me llama la atención cómo algunos de nosotros somos capaces de soportar las peores cosas con tal de no perder esa conexión sanguínea, aunque se vuelva sanguinaria.

Una traición, la crítica constante, el menosprecio, una diferencia en la ideología o en el pensamiento... todo parece diluirse con el tiempo y los fantasmas que sobreviven son los del desarraigo, no los del rencor (esto lo digo en primera persona, no hablo por terceros).

Hay cosas que no se curan tan fácil, como las peleas, la falta de piedad o el maldito hábito de la crítica punzante y mal intencionada. Esas cosas es mejor dejarlas pasar... de todos modos, abundan en este mundo y no hace falta que hasta la familia de uno incurra en ellas.

Pero lo que uno es tiene que ver con el lugar del mundo y de la vida donde uno nace, entonces, ¿cómo se puede cambiar la configuración? ¿Existe algún tipo de clave maestra para "formatear" a un ser humano?

Si uno creció en una familia violenta o desarticulada, si no existió un buen ejemplo o no hubo padres que fueran atentos con sus hijos... ¿Hay que esperar a tener la familia propia para cambiar la situación o es posible reconectar los cables?

Está en manos de cada uno, en cada generación de cada familia, el volverse honesto, accesible y directo a la hora de hablar sobre el pasado. Cura.

Y si hay algo demasiado duro para perdonar, no hace falta hacérselo pagar al resto, a los que no fueron actores en la tragedia. Es cuestión de dar el tiempo para que la gente sorprenda, ilusione o decepcione, pero por sus propios méritos.

Laura Aceto te aclara: Ella NO es virgen

Basta de hipocresía, digamos las cosas como son: Esa chica que te pareció tan linda, encantadora y agradable, seductora como para guardarla en el cajón de tu mesa de luz junto al Durex y delicada como para presentársela a tu madre... tiene pasado.


Gran error #1: Complejo de Cristóbal Colón

Antes de conocerte, ella salió a la calle, al colegio, al boliche. Se fue de viaje de egresados, veraneó en Gessell... Estuvo con otras personas y seguramente alguna de ellas le hizo sentir mejor que vos en cierto aspecto de la vida. E incluso puede que algún ex siga extrañándola aunque la relación haya terminado definitivamente.


Todas las mujeres tienen pasado, y los hombres también. Pero cuando los celos pueden más, tanto ellas como ellos necesitan pensar que son los primeros colonizadores de las vírgenes sábanas de sus parejas.


Gran error #2: Complejo de policía

Recién se conocen y ya querés saber todo. Es probable que ella mantenga el recuerdo de su mejor amante, o de la mejor revolcada que tuvo en su vida, que no fue con vos. Todavía.


Esto es esencial: el presente te incluye, ¿por qué importa tanto a quién incluyó el pasado? ¿Para qué la averiguación de antecedentes? Las cosas que realmente necesites saber las sabrás a su debido tiempo.

Nadie dice: "Hola, un gusto en conocerte, éste es mi pasaporte para que sepas por donde estuve". En vez, uno se entera de los viajes conforme se dan las conversaciones.


Gran error #3: Complejo de Exorcista

Si ella te gustó por lo atractiva, extrovertida o por su actitud desinhibida (léase, "por ser una loca"), es probable que haya sido así siempre, que sea parte de su naturaleza y que no vaya a cambiar.

Esa boca carnosa, esa sonrisa amplia, el chiste fácil y la coquetería que te atraparon... también atraparon a otros antes que a vos. Y todas esas maravillas que sabe hacer en la cama las aprendió un poco de la Cosmo y otro poco de sus experiencias previas.


Gran error #4: Complejo de Neo

A las mujeres nos cuesta hacer borrón y cuenta nueva. En mis años de terapeuta amateur / pañuelo de mocos de mis congéneres, nunca escuché a una mujer cumplir con el famoso "Se acabó, lo elimino de mi vida". Donde hubo fuego, ampollas quedan.

Es una medida limitada el pedirle a una mujer que elimine al susodicho de sus vidas, porque aunque lo borre del MSN, del celular o del Facebook, él siempre estará en su memoria. Y ahí no hay Neo que pueda colarse en la Matrix para resetarla.


Gran error #5: Complejo de Edipo

Seamos honestos: la madre de más de uno debe ser especialista en el arte de cunnilinguis, y más de un padre debe estar agradecido por ello. Y deben haber experimentado mucho placer en sus vidas, y habrán tenido sexo a rabiar. Por suerte, porque sino no habría humanidad.

Así que no tiene sentido que nos vengamos a hacer los puritanos... Ni los hijos con su complejo de "madre intocable", ni las madres con su discurso de "yo a tu edad..." o "eso no se hace". Cuando se cierra la puerta del dormitorio, cada mujer es una persona más allá de ser la madre, hija o hermana de alguien más.

Saludos,

Laura Aceto


N. de la Blogger. Hay un detalle bastante importante: Un hombre puede no ser el primero, pero sí el mejor o el único que valga la pena recordar. Puede llegar a saberlo todo de una y aún así no irse espantado.

Las personas maduran, es un proceso y un buen compañero para hacerlo tiene un valor inestimable.

El Príncipe Azul no come napolitana, y la princesa no toma coca light!

Mamá Chan tenía razón: Los buenos modales en la mesa sí pueden ganar las negociaciones más delicadas, ya sea una comida de trabajo o una salida romántica, mientras que los malos modales... bueno, hacen lo contrario.


Una vez, madre me contó que, cuando ella era joven, los padres invitaban a los pretendientes, candidatos o "filitos" de sus hijas para conocerlos y saber cuáles eran sus intenciones con "la señorita de la casa". Claro, que también era una buena oportunidad para ver si el muchacho tenía el refinamiento necesario para cumplir con los cánones de la familia.

La prueba determinante era cómo comía el candidato. Si los posibles suegros eran muy selectivos, entonces servirían dos platos como armas letales: sopa y fideos con salsa. El muchacho debía armarse de paciencia, mucha diplomacia y todas esas aburridas lecciones de buenos modales para impresionar a los padres de la chica.


Primer plato: la sopa. No había que tomarla muy rápido ni muy despacio, ni de la escudilla. Mejor usar una cuchara y nada de hacer ruido de succión al ingerirla (eso era una descalificación inmediata).

Segundo Plato: Fideos con salsa. El joven saltamontes requeriría paciencia zen y la precisión del Maestro Miyagui para no mancharse y lograr comer la pasta. Todo sin hacer ruido, ni volteretas con el tenedor. Ni hablar de ayudarse con una cuchara.

Leyendo un poco encontré que, efectivamente, algo de cierto tenía la práctica tan cruel y difundida en los tiempos en los que madre era una señorita casadera.

Quizás ya no existe la cena acartonada donde el chico tenía que impresionar a los padres, pero sí existen algunos platos que es mejor dejar afuera del menú. Esto es, siempre que uno vaya a compartir la mesa con alguien por primera vez, y quiera causar sí o sí una buena impresión.

Ya no hay padres tomando nota, pero sí está la otra persona en frente, mirando la cara de uno... y hasta la hoja de albahaca incrustada entre los dientes de uno. O también está la persona que no puede dejar pasar su dieta ni un sólo día... lo que termina por limitar la experiencia culinaria y la resume a un colchón de verdes con hebras de queso rústico... una ensalada de pasto y queso duro.

Si bien ya no se estila más hacer pasar una examen de modales en la mesa,  todavía es altamente recomendable evitar pedirse una pizza napolitana o unas rabas a la provenzal, por lo menos para evitar situaciones difíciles de remontar, ¿me explico? Sino, siempre quedan los ravioles con salsa blanca (recomendación de madre, dicho sea de paso).

El show debe continuar

Hace un tiempo vi la película "America's sweethearts", debidamente mal traducida al español como "La pareja del año". La historia tenía como protagonistas a John Cusack y Catherine Zeta - Jones, quienes interpretaban [spoiler alert!] a dos actores que eran pareja, que se pelearon por una infidelidad de ella, y tenían que hacer de cuenta que estaba todo más que bien, pour la gallerie.

En sí, la trama me recordó a un hecho reciente en el mundo de la fauna local... con el perdón de la fauna.

Quise decir, a un acontecimiento reciente en la farándula que supimos conseguir: había una vez una vedette y su boy toy. Ella tiene fama de mala mina, y él de muñeco de torta. Ambos protagonizaban, hasta hoy, una obra de teatro de revista.

[N. de la A., favor de imaginarse lentejuelas, concheros, plumas, espaldares, tacos de 12 centímetros y mucho make up]

Resulta que, puterío nuestro de cada día, el escándalo irrumpió en el show, y eso que nadie le gusta que eso pase, porque están todos ahí por el arte, no por la exposición mediática, eh? [irony alert!].

Tomo aire para enunciar: ella se enteró que él le estuvo mandando mensajes a otra chica del elenco, a "una vedettonga de cuarta que seguro que no pincha ni corta y sólo quiere cámara", seguro.

Entonces sucedió la hecatombe (ay, pero qué horror... qué divertido). Ella lo increpó a él, que se atrincheró en su camarín. A ella le agarró ataque de nervios y tuvieron que llamar a una ambulancia para pichicatearla y quedó tan sedada que no pudo actuar más por el resto de la noche. Él no quiso salir de su vestidor hasta que empezó la obra.

Ah, y "la otra" apareció ante las cámaras al día siguiente para contar "su versión" cual ninfa sorprendida.

¿Siguiente capítulo de la historia? Parejita despedida, y vedettonga en suba mediática, al menos por ahora.

Genial, ése sí que es un show fantástico. Me encanta cuando pasa algo interesante, cuando realmente hacen una buena performance: ella en su papel de mujer ofendida, ultrajada. Él, con el rabo entre las patas y demandándole a "la otra" que borre los mensajes de texto que lo incriminan... Y "la otra", feliz de ir a los programas de chimentos.

Toda una actuación berreta, dado que los rumores existen hace meses y la pareja podría haberlo discutido en su casa, pero hey, nos estaríamos perdiendo el show, y debe continuar...

Sobre todo para que la gente (que obviamente está interesada en el tema) pueda tomar bandos, hacer grupos de Facebook en contra y a favor de él, la defienda a ella, la trate de buchona a "la otra"... Ah, ¿no pasó nada de eso? Mmm... ¿o sea que tan rápido aparecieron los reemplazos para la pareja estelar?

Quizás no era tan interesante después de todo... A ver, a dónde dejé ese libro que me prestaron y que tengo que terminar de leer para devolverlo........

Memoria

Update! ¿Saben qué? Me había olvidado, pero tampoco encuentro tres CDs: uno de Lou Reed, otro de Fabiana Cantilo y el tercero de Vetamadre. ¿Alguien los vio?



Cero.

Esa es la nota que le pondría a mi capacidad de recordar cosas, horarios y lugares... Mi despiste es tal que nunca sabré a dónde fueron a parar algunos objetos que de hecho me gustaban, pero c'est la vie.

 Por ejemplo, en lo que va de 2010 ya perdí: mi mp3, un par de medias, un arito (como para que una se pregunte qué hacer con el otro), las ganas, la inhibición, un kilo de mi peso (según me dijeron), el tiempo...

Muchas cosas, en definitiva. Demasiadas. Sobre todo lamento la pérdida de mi mp3, y de mi tiempo. Me gustaría apretar el botón de "Reset", pero eso no existe en la vida "offline".









Y pensar que lo único que quería era perder el miedo.