Argentina es oficialmente el país inventor del no-me-acuerdo


Nota: Escribí los primeros párrafos para www.minutouno.com,

pero a partir del cuarto empecé a agregar todo lo que sentí que

no tiene cabida en el diario por no ser de carácter informativo.






Los argentinos nos reconocemos como gente con poca memoria, ya sea colectiva o individual. Pero científicos de la Universidad de Buenos Aires llegaron a un extremo al descubrir que, mediante la supresión de una proteína del cerebro, se pueden "borrar" los recuerdos, es decir, que se podría alterar la memoria. Por ahora, la experiencia sólo se ha realizado en animales, más precisamente en ratas.


"Hallamos que la proteína NF-kB, participa tanto en el proceso de consolidación como en el de reconsolidación de la memoria", explica el doctor Arturo Romano, del Laboratorio de Neurobiología de la Memoria de la UBA al diario La Nación. El término reconsolidación se acuñó en 2000, cuando, polémica mediante, se concluyó que los recuerdos no eran ítems estables en el cerebro, sino que pueden "remodelarse" cada vez que se evoca un episodio de vida.


Mediante la supresión de la proteína NF-kB, se podría eliminar una fobia o un trauma que estuviera influyendo en la personalidad y por lo tanto en la vida de una persona. "Si se inyecta en el cerebro un inhibidor de este mecanismo, luego de que el recuerdo fue evocado, entonces se afecta la retención", explica Romano.

Cabe preguntarse hasta qué punto es recomendable manipular la capacidad de una persona para recordar. Si se pueden manipular los recuerdos que resultan nocivos para una persona, ¿qué impide, o qué controla, que no se borren también los positivos, o incluso aquellos que generaron el carácter que tiene el individuo? Y lo que es más importante, ¿quién tendrá el acceso a este tratamiento "terapeutico" y cómo se decidirá cuando es necesario?

A nivel social se podría decir que este bendito país ya cultiva el estilo "reconsolidativo". Nos olvidamos de las cortadas de manga y los malos tragos que nos hacen pasar las personas que luego votamos para nuestro gobierno. Nos olvidamos de los amigos si nos va bien, y de pagar los impuestos y las deudas a menos de que "no aprieten". Nos olvidamos incluso de los que tienen menos hasta que, claro, están "por todos lados protestando" y resultan incómodos para el tránsito habitualde la ciudad.

La vida de una persona está llena de momentos felices y recuerdos entrañables y también de desgracias y momentos duros. Todas las vivencias de una persona hacen que sea única e irrepetible. Se aprende y se crece con lo que podemos recordar. A veces, los recuerdos son lo único que tenemos, por más desagradables que puedan ser. Suprimirlos sería liberador, sí, pero pagando el precio de perder una experiencia que podría servir para hacernos más fuertes.

Ok, acá es cuando saltan los que dicen "¿Y si tu padre te encerrara en un sótano y te violara durante 24 años y te hiciera tener siete hijos con él?" Casos extremos hay siempre. Pero la extrema solución de "suprimir o borrar" un ítem de la memoria de alguien como si fuera un ".pdf" que ya no interesa guardar en el disco rígido es como si estuviéramos queriendo ser computadoras reprogramables, o reconsolidables. Quizás como mi infancia transcurrió sobre la superficie terrestre y al aire libre no lo entienda, pero me gusta ser un CD no Regrabable.

Viaje por el torrente de la vida

“Cataratas, nada me puede dañar en lo absoluto // mis preocupaciones se ven tan pequeñas // con mi catarata”, canta Jimi Hendrix en la primera estrofa de May this be love (algo así como “Sea esto amor”). Los acordes graves y la voz profunda que salía de la garganta del mítico Hendrix resonaban en mi cabeza mientras caminaba por la pasarela sobre uno de los saltos de las Cataratas del Iguazú, en Misiones, en octubre de 2005.

Siempre fui amante de hacer las valijas y salir a conocer. Incluso mantengo ese espíritu curioso cuando decido salir por las calles a patear asfalto y conocer mi ciudad. Sin embargo, a 1.367 kilómetros de la siempre convulsionada, ajetreada y neurótica Buenos Aires hay otro lugar; uno donde la vida, digamos, fluye en caudales imparables. Yo quería conocer hace tiempo ese lugar y nunca llegaba por las típicas excusas que uno se pone para no tomarle la mano al camino.

Tengo que reconocer que conozco pocos lugares del interior del país. Por eso, y porque su belleza es conocida mundialmente, quería conocer las cataratas del río Iguazú, que durante todo el año recibe a visitantes de todas partes del mundo. Cuando por fin se dio la oportunidad, la aproveché y en sólo tres días condensé el deseo de años. Fui acompañada de mi hermana, Rosario. Ella es apenas quince meses más grande que yo, pero estamos a años luz una de la otra. Es algo así como “la otra hermana”.

Ya sea porque era propio de la estación o por circunstancias coyunturales del clima, nos dijeron que no tenía sentido visitar el Circuito Superior de la catarata, porque de todas maneras no había pasarelas: estaban bajo el agua. El salto de 80 kilómetros de alto conocido como la Garganta del Diablo se había tragado, una vez más, las estructuras de acero que los hombres habían construido con la ilusión de poder sentir que caminan sobre el agua.

Las aguas del Paraná y del Iguazú nos hermanan y nos dividen con Brasil. Las cataratas son las eternas unificadoras de los torrentes vitales de ambos territorios. Y es que se formaron en ese mismo lugar unos 200 mil años antes que Argentina y Brasil fueran “Argentina” y “Brasil“. La superficie del agua es plateada y espumosa, ruge y uno la siente vibrar bajo las pasarelas.

La forma de las cataratas es como un semicírculo que tiene en su interior el bramido del agua y la espuma, como si fueran las fauces de un animal hijo de los ríos Paraná e Iguazú. Rosario y yo terminamos transitando el circuito inferior, que comprende a los saltos Álvar Núñez y Lanusse entre otros. Ella se equipó con una cámara de fotos digital, y con una de rollo con película blanco y negro, y con un pilotín que de nada me sirvió (mi campera de jean se destiñó y arruinó mi remera favorita de todas maneras).

Tomamos una excursión en bote que llevaba a un contingente reducido a la base del salto San Martín, donde el agua se respira, y los oídos se aturden con el ruido blanco de la naturaleza que grita a todo pulmón. Me senté en esa cascarita de nuez y, mientras Rosario gritaba y se aferraba innecesariamente al borde del asiento de adelante suyo, yo alcé mis brazos… quizás parezca raro, pero quería tocar el ruido blanco.

Algunos amigos que visitaron mi fotolog a medida que fui publicando las fotos que saqué con mi cámara me dijeron cosas como “flasheaste, tuviste una experiencia mística”, o, con un poquito de esa sorna que a los viejos amigos se les permite, me preguntaron: “¿Tuviste una experiencia religiosa?” Puede que sí. Puede que la naturaleza sea la manera correcta o el camino más directo para acercarse a la esencia de lo que es. Pero eso ya es palabrerío impío.

Las máquinas de hacer nada, Rodríguez Bermejo

No me acuerdo del día exacto, sólo sé que estaba en la línea D yendo para Congreso de Tucumán y que en una de las estaciones recibí lo que parecía ser un folleto, pero que en realidad era mucho más. Eran palabras, un texto. Ficción. Fricción mental nacida de una cabeza lúcida, o no.

En mi abotagamiento neuronal me fue imposible percibir lo mágico de ese encuentro literario. Ya fuera por mi cabeza soñolienta o por esa mala costumbre de desestimar sin análisis previo cualquier cosa que se ofrezca en el subte, no leí, o no recuerdo haber leído, de qué se trataba el texto.

Sí sé el nombre de la obra y del autor, porque me los mandé en un mensajito sms a mi propio celular. Las máquinas de hacer nada, de Rodríguez Bermejo. Agradeceré a cualquier ser, humano o no, que me pueda aportar algo que aclare mi memoria y aplaque mi remordimiento literario por desoír a un colega que vendía su prosa en el subte.

El hombre, ¿mi colega?, debía tener unos setenta u ochenta años. Tenía pelo blanco y ralo, si no me equivoco peinado para atrás. Me acuerdo de sus ojos enrojecidos, ya sea por el sueño atribulado de ser quien no fue, o por la ginebra que no había terminado de dejar su mirada. De cualquier manera, era un hombre viejo, si se lo quiere medir en términos mundanos.

Quizás ese hombre nunca alcanzó la fama y la fortuna. Quizás ese texto ni siquiera es suyo, pero me llamó la atención porque al tiempo que ofrecía su trabajo, caía del mundo de la fantasía al mundo real y ofrecía magiclicks, los encendedores para cocina que “duran 100 años”. Fue como un click mágico. Que de un momento a otro la realidad se hiciera presente y el resto no hiciera nada.

Porque, aunque no leí el texto, la idea no deja de picar en mi cabeza, que dejó decantar once meses las impresiones de este encuentro. Quizás “las máquinas de hacer nada” no son otros más que nosotros, que día a día nos subimos, nos bajamos y apeñuscamos en un subte o colectivo, o que hacemos fila tanto en el banco o como en el McDonald’s.

Quizás no es otro que el hombre de hoy, el urbano que no sabe leer las estrellas, porque hace mucho que no las ve; el hombre de campo que no ve el horizonte a través de todo el humo; la mujer, el niño, el anciano, el maestro, los estudiantes… todos aquellos que representan el futuro, y todos los que representan el pasado.

Estamos todos unidos, como una cadena, como un engranaje aceitado, o no tanto. Como si fuéramos una máquina, pero en vez de ser productivos y elevarnos en conjunto preferimos hacer nada. Y la máquina está afilada, puede tener desbarajustes, o le puede faltarle el combustible, pero funciona. Y hace nada.

Tiempo de héroes atribulados


La cantante inglesa Amy Winehouse fue elegida por los jóvenes de su país como la última heroína de nuestro tiempo. La artista, que se encuentra en estos momentos en pleno tratamiento de rehabilitación por su adicción a la cocaína y a otras drogas, saltó a la fama mundial con su éxito "Rehab", donde comienza cantando "Quisieron hacerme ir a rehabilitación pero no, no, no…"

Otras mujeres que lograron entrar en la honorífica lista fueron la madre Teresa de Calcuta, la princesa Lady Di, la ex ápice girl Victoria Beckham, la cantante australiana, Kylie Minogue, quién venció al cáncer de mama el año pasado y la enfermera y feminista Florence Nightingale. Todas ellas han quedado por debajo de Winehouse en la lista.

Al parecer, los participantes de la encuesta del sitio web.sky.com, que son jóvenes menores de 25 años, eligieron a mujeres que han sufrido y luchado a través de las adversidades. Según explicó Donna Dawson, psicóloga consultada por la prensa internacional, "la mayoría de las 10 mujeres elegidas, parecen representar una cierta sensación de vulnerabilidad o han tenido que luchar contra la adversidad durante sus vidas".

También hay una lista de hombres declarados héroes de nuestro tiempo. "En comparación", prosige Dawson, "los héroes masculinos son, por lo general, mucho más fuertes, y son conocidos por su talento, no sólo por su personalidad o el impacto que han tenido en el mundo ".

Algunos de los mencionados fueron el rapero siempre polémico Kayne West, Alex Turner, miembro de la banda Artic Monkeys y la estrella del fútbol británico, Steven Gerrard. Pero el número uno, como pasó con la lista femenina, le pertenece a una figura controvertida: se trata del músico Pete Doherty, quien actualmente está encarcelado por delitos relacionados con drogas.

Al parecer, la juventud aprecia a las figuras atribuladas y los héroes golpeados.

Otra charla de tocador...




manu. dice:
me siento vulnerable

Pequeña Buda >º_º<> mmm sí, eso es detestable

Pequeña Buda >º_º<> pero humano

Pequeña Buda >º_º<> Ay! de quien nunca se haya sentido así

Pequeña Buda >º_º<> pobrecito el infeliz que nunca haya tenido la sensación de que la cara le queme por dentro, o de que la voz se le ponga en una octava más arriba que lo normal

Pequeña Buda >º_º<> y es más, me siento peor por el que anda por la vida feliz y contento sin parar a pensar qué fue de "fulano" o “mengano“, porque quiere decir que ese miserable nunca tuvo conexión con nadie

Mario... ¿cuál es?

Dicen que Mario Pergollini está actuando como un pende-viejo. Jorge Lanata se refirió a él como alguien que "trabaja de canchero y joven y ya no es ninguna de las dos cosas". Duro. Intransigente. Y todo esto empezó porque Mario metió la pata. Y lo sabe. Pero no está listo para reconocerlo.

En vez, sigue metiendo la pata, la rodilla, el muslo... acabará por quedar metido hasta la coronila antes que reconocerlo: Marcelo ganó. Esta vez, un poco gracias a su labia y otro poco gracias a la falta de tacto de Mario, Marcelo quedó como un "Señor" que invitó "generosamente" a toda clase de personas a participar de su certámen/circo mediático.

Al principio, apenas Mario hizo su tristemente célebre comentario, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el racismo (Inadi), no había registrado queja alguna al respecto. Fue depsués de que empezaran a hacerse eco el resto de los medios y mediáticos que María José Lubertino, titular de la institución, tuvo que salir a la luz pública a poner orden.

Lubertino pasó, entre otros, por el programa de Jorge Rial, que generalmente tiene un tono desenfadado e informal, pero se puso serio para hablar de este tema. Y es que la "avivada" de Mario le dio algo para cotorrear a todas los "Jorges" de la televisión argentina, desde Jorge Lanata hasta Jorge Rial.

Vuelvo a la reflexión anterior: el comentario de Mario fue tan falto de agudeza y sutileza que dejó a Marcelo como un "señor", algo que algunos de nosotros pensamos que jamás sería capaz. "Es un tipo inteligente que entiende su target", me explican ahora algunas personas que meses antes no dudaban en etiqutar de "hueco" al eterno rival televisivo de Mario.

En definitiva, a Mario le salió el tiro por la culata. De la peor manera posible, lo que intentó ser una crítica voraz a su oponente por "aprovecharse de un ciego" para tener más rating, terminó siendo el detonante de una sarta de comentarios que se apilan y parecen coincidir en un punto: Mario, es hora de que crescas. Estaba bien ese humor ácido e insolente cuando eras un pibe de 20, quedabas astuto a los 30 y era emblemático a los 40, pero estás "grande" y ese estilo está empezando a quedarte "chico".

Flor de Antonio

Mi abuela está cumpliendo hoy, 19 de abril 90 años de vida. Para bien o para mal, es un número que no mucha gente llega a festejar, por lo que amerita cosas como una comida familiar (aunque la familia se resuma en "los que no están peleados", los que sí pero hacen de cuenta que se "bancan" y los que vienen de Tucumán especialmente para la fecha y caen como aerolitos).

En vista de que es una fecha importante, encargué un arreglo floral para mi querida abuela, con una tarjeta de parte mía y de la nieta que no le habla, pero que tampoco está peleada (sí, los locos Adams parecen normales al lado de mi familia, ¿y qué?). Elegí ir a la florería Flores del Pilar, que está a escasas tres cuadras de mi casa.

Cuando llegué, el dueño estaba escondido detrás de altos floreros de vidrio cargados de gerberas, margaritas y azucenas, y comía un plato de arroz guisado fuera de la vista del público. Se paró para atenderme. Después de un breve debate, llegamos a la conclusión de que mi abuela estaría feliz con un florero no muy alto (algo manejable para una señora de su larga edad y corta estatura), y lleno de flores simples y coloridas.

Recién cuando fui a pagar y a dar la dirección para el envío me di cuenta de que no sabía bien la dirección de mi abuela, sino que había estado llendo de memoria todos estos años. "Suipacha algo..." intenté ensayar frente al florista. En realidad, como recordé minutos más tarde, mi abuela vive sobre la calle Esmeralda.

Pero el florista no se inmutó. Me pidió minombre y teléfono, y me entregó una tarjeta de su tienda para que pudiera darle la dirección correcta por teléfono. "¿Cuál es su nombre?", pregunté para saber con quien pedir cuando llamara. "Osvaldo", contestó y sonriendo agregó "Osvaldo Antonio. Por eso sonreí cuando dijiste tu nombre".

La verdad, su sonrisa había sido de lo más sutil, porque yo no la había notado, pero quizás sea que por estos días el humo nos tiene a todos viendo sólo lo que queremos ver.

Pero Osvaldo Antonio, no había terminado con nuestra charla: "¿De qué nacionalidad era San Antonio de Padua?", me preguntó a modo de pregunta de examen oral cuando yo le conté que mi nombre se correspondía con mi fecha de nacimiento. "Protugués", contesté, y completé mi respuesta como queriendo sacarme un diez: "Era un monje agustino al principio, pero era de origen portugués".

Parece que años de catesismo sirvieron de algo, porque mi tocayo se mostró complacido con mi respuesta. "Sabés que yo no sabía", me contó "me enteré hace unos años, cuando viajé a Portugal y fui a visitar un castillo que queda a las afueras de Lisboa. Resulta que, mientras subía por la ruta, me fui metiendo en todas las iglesias que encontré sobre el camino y una de ellas estaba abarrotada de imágenes de San Antonio. Entonces, pregunté por qué había tantas y me explicaron que era de origen portugués".

Así, entre gerberas y helechos, mi tocayo me relataba la historia de su familia devota de San Antonio de Padua: "Todos los primos llevamos el Antonio en el nombre, y como todos tenemos florerías nos identificamos como Antonio el del Pilar, Antonio el de la otra florería... pero yo no quise ser otro Antonio, me daba vergüenza", remata, "así que soy Osvaldo".

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Casi censuran a los Simpsons por el amigo gorila de Homero

El Comfer negó que fuera a prohibirse el capítulo de Los Simpsons en el que se hizo un chiste sobre Perón. En el episodio, Lenny, un amigo de copas de Homero, se mostró de acuerdo con tener una "dictadura como la de Juan Perón", alegando que "cuando él te desaparecía, tú permanecías desaparecido".

Por culpa de la falta de diplomacia de Lenny, la emisión del capítulo estuvo en duda, por lo menos en este país, donde hubo quejas a partir del pedido al Comfer del ex legislador y presidente del Insituto Juan Domingo Perón, Lorenzo Pepe, para que no pasaran el capítulo, que forma parte de la nueva temporada de la serie animada.

Aunque la nueva temporada todavía no llegó a la Argentina, el extracto del capítulo en discusión estuvo disponible en Internet hasta que la página Youtube decidió bajarlo para evitar quedar en medio de una polémica. Mientras tanto, gracias a la difusión que tuvo el extracto del show en youtube, 12 mil personas lo vieron antes de que comenzara la temporada número 19 en mayo en la Argentina.

Gabriel Mariotto, titular del Comfer, negó que fuera a censurar a los Simpsons por pedido de Pepe. "Es una irracionalidad pensar en estos tiempos de madurez argentina una represión o censura, aunque no pensemos lo mismo que los expresado en esa serie", declaró Mariotto, y dio a entender que el pedido del ex legislador fue contraproducente ya que "sólo logró que se vea como nunca ese capítulo".

¡Viva Cuba, Viva Raul!

Como en una suerte de ensueño, la isla de Cuba vive una etapa de apertura y cambio que no tiene desde hace décadas. Primero fue el acceso a los electrodomésticos, después a los celulares, seguidos del permiso de hospedarse en hoteles de lujo y la última novedad había sido la posibilidad de poseer y heredar las viviendas obtenidas por vinculación laboral.

Ahora le llega el turno a una de las reformas más esperadas y anheladas por los cubanos: el parlamento está estudiando un proyecto para permitir la entrada y salida de los ciudadanos de la isla.

El proyecto de reforma migratoria prevé la eliminación de la "tarjeta blanca", es decir, del permiso de salida que necesitan los cubanos. Sin esta tarjeta es imposible salir de la isla, lo que explicaría la existencia de los balseros.

Aunque no hubo ningún aviso oficial al respecto, el autor de la propuesta, Pedro Riera Escalante, quien fuera cónsul de la isla en México, explicó a la agencia alemana DPA que la reforma buscar terminar con las "desigualdades entre ciudadanos dentro y fuera de la isla", así como también que "los cubanos en general puedan invertir en el país, incluso si viven fuera".

El proyecto de reforma incluye no sólo la eliminación de la tarjeta blanca sino que también propone eliminar las medidas de confiscación de bienes de quienes abandonan la isla. Otro punto interesante es que, en un futuro, los cubanos que viven en el exterior podrían votar desde sus nuevas residencias.

Tal como difundiera el sitio Diario C, Riera Escalante tuvo que solicitar que el proyecto se debatiera públicamente y que llegara al pueblo para recaudar las 10 mil firmas que se necesitan para que sea tenido en cuenta.

Si Fidel expresó su malestar hacia las medidas implementadas por su hermano Raúl desde que asumió como presidente de la isla, cabe preguntarse qué opinará ahora que está este proyecto sobre la mesa.

Radio Taxi Cupido, gracias por viajar con nosotros

Era una madrugada oscura, helada y silenciosa. Las calles estaban prácticamente vacías a excepción de algunos taxis. Parecía como si fueran las tres, pero eran las seis menos cuarto. En estos días no hay mucha diferencia de luz entre una hora y la otra. Si no fuera porque sé con qué ligereza transcurren las horas de la madrugada, hubiera dicho que recién me había acostado cuando me desperté.

Salí a la calle dispuesta a encontrar un kiosko o panadería y la parada del colectivo, en ese orden. Pero nada de eso pasó. En vez, llegué a la avenida Santa Fe con el frío mordiendo mis muslos y el sueño pesándome en los párpados. Decidí tomar un taxi que estaba estacionado en la luz roja de Santa Fe y Rodríguez Peña. A medio trayecto, en medio de una conversasión soñolienta y miscelánea, el conductor me pregunta si estoy casada.

-¡Noooo! -contesto -estoy muy lejos de eso
-Pero te gustan los hombres... -añade él con un acento agudo y meloso en la palabra "hombres".
-Sí, pero...
-¿No has encontrado aún a tu príncipe? -me pregunta desplegando una tonalidad histriónica con toda su capacidad torácica.
-No, en vez he tenido que besar a cada sapo- le contesté, con mi usual humor de recién levantada.
-¡Ah! Pero has de besar a muchos sapos hasta encontrar a tu príncipe. El príncipe será aquél muchacho que te de vuelta la croqueta. Quizás hayas besado a sapos sin darte cuenta pero recuerda: un príncipe no debe ser ni seco ni menos falopero, porque esos no llegan a nada. (En este últimopunto acentuó la frase y la pronunció con voz grave y gutural).

Me bajé del taxi y llegué antes que nadie. El punto es: ¿mi chofer habrá sido el mismísimo Cupido, que compartió un poco de su sabiduría conmigo? Si solamente no hubiera estado tan dormida lo sabría...

Sociabilizando en un ascensor

La otra tarde llegué tarde, como de costumbre, a mi clase de canto -mi intento semanal por ser algo más que un ser tosco y sin gracia. Tenía que tomar el ascensor porque subir 14 pisos por escalera no era una opción.

Detrás mío entraron un hombre con su hijo a cuestas. Escuché al encargado del edificio dirigirse afable al niño diciéndole:

-Hola, Santi. ¿Cómo le va?

Ante la falta de respuesta, el hombre no pudo sino escusar al crío diciendo:
-Cansado del cole, ¿no?

Nuevamente, el niño se mantenía mudo y con la cara enterrada en el cuello de su progenitor. Murmuró algo al oído de su padre y cuando entramos al ascensor me miró por unos instantes.

Contrario a mi naturaleza indiferente a los niños, le dije "hola" y traté de sonar lo más amistosa posible. El pequeño debía haber perdido la capacidad de sociabilizar ese día, porque no dio respuesta alguna. Su padre, haciendo un esfuerzo porque su hijo no pareciera un ser antisocial, o simplemente un mocoso maleducado, le dijo:

-Decíle hola, Santi

Nada. Al llegar al sexto piso, padre e hijo se bajaron todavía fundidos en un abrazo. Entonces, el mocoso me dirigió una sola palabra:
-Adiós.

Luego le dijo risueño a su papá:
-¿Viste? Le dije adiós.

***

Moraleja: El hombre es un ser social, pero la incomunicación en los ascensores es preexistente a cualquier otra convención social.

Las vaquitas también son subterráneas

El subte aliena a la gente. La transforma en vacas, en bodoques incapaces de razonar. Es un efecto casi como el de los shoppings, sólo que en vez de comprar compulsivamente, la gente se te limita a zigzaguear por los pasillos esperando a que llegue la mole amarilla y pestilente que, pitando y resoplando, avanza como una elefanta en avanzado estado de gestación.

Hay que reconocer que el subte es rápido y eficiente, siempre y cuando esté funcionando y no se pare entre estaciones en el medio de los túneles. Los vagones están mal ventilados y la gente viaja como ganado, para seguir con la primera analogía. Además está el detalle de las monedas, el subtepass y otras formas de pago. Cada vez que pido dos viajes ruego porque me toque el pase con el 2x1 del combo italiano de Burger King.

La realidad entra y sale en cada estación cuando los vendedores ofrecen desde la guía T hasta orquillas. Más coyuntural es la presencia de excombatientes de Malvinas pidiendo limosna, a veces monetaria, y otras de la que cuesta dar, como el respeto. Lo más curioso es observar las tácticas de la gente en el subte.

Algunos pasajeros la tienen clara. Cuando se suben se mantienen cerca de la puerta para no tener que internarse y desinternarse dentro de la manada. Al abrirse las puertas en las estaciones se bajan del vehículo y vuelven a subirse ágilmente antes de que suene la señal sonora.

Están aquellos que se sientan y ponen una expresión estoica en sus caras mientras soportan el vaho y las axilas del resto en sus narices. Están los dolientes, que lamentan en el alma no poder ayudar a quienes piden una colaboración a cambio de una tarjetita. También abundan los justicieros, gracias a Dios, Ganesha y Zeus. Éstos bienintencionados viajantes se exaltan y saltan en defensa, por ejemplo, de las embarazadas que no tienen donde sentarse (y coaccionan a otro pasajero para que les ceda el lugar).

Pero no es cuestión de olvidar a los pasajeros moralistas: son aquellos que miran con desaprobación lo que ocurre en el vagón (como robos o mujeres embarazadas de 10 meses sin lugar donde sentarse), pero que, para no herir sensibilidades, se mantienen al margen de las situaciones. Todo es posible en un espacio reducido y repleto de argentinos en acción.

Finalmente, el tren subterráneo cubre su trayecto dentro del tiempo estimado, y la manada de pasajeros avanza en estampida a través de las estrechas puertas y escaleras arriba, donde la realidad las espera, con otros olores y apurones nuevos.