La semana del Limbo, revisited

Me remito a una entrada del Blog que escribí en diciembre de 2010, cuando mi vida todavía no era lo que es ahora, pero seguía siendo del modo en que era (y que ya no es). Ni para mejor, ni para peor, sólo cambió. Y no voy a explayarme sobre ese tema ahora, sólo les dejo el link para que se entienda por qué me gusta tanto la semana entre el 24 de diciembre y el 1° de enero.

Es como si entre la celebración de la Navidad o de Hanukkah y el comienzo del Año Nuevo flotara la buena onda entre las personas (al menos entre la mayoría) y de repente se convierten en los días de "la última oportunidad". Además, este año se le suma la locura colectiva de la predicción de los mayas sobre el fin del mundo, que impulsa a animarse a decir y hacer las cosas con una pulsión de vida que convierte en valientes a los más torpes y débiles.

Según los mayas, el 21 de diciembre de 2012 se termina el mundo. Cesarán la vida en el planeta Tierra, la era en la que vivimos y el universo tal como lo conocemos (aunque no sabemos nada de él). Al parecer, estamos a escasas horas de completar un ciclo solar de 5200 años, aunque no tengamos un registro confiable de lo que pasó en América hace tres siglos.

Bueno, la cosa es que el 24 de diciembre empieza una nueva Semana del Limbo, si es que seguimos usando el calendario gregoriano después del viernes 21/12. Y, qué se yo, a mí me gusta la idea de ponerle onda al fin de año, que además es el principio de un nuevo año porque desde la NASA ya avisaron que no se acaba el mundo nada.

¿Quién sabe? Quizás no se termina la vida en la Tierra pero sí cambia la energía que proyectamos al mundo que nos rodea.

Aflojemos

"Porque si uno no considera humano al hombre que tiene delante, se comporta con él con menos escrúpulos", P. Auster, "Trilogía de Nueva York".

The work of a lifetime

So they tell me that happiness is a choice, even when bad luck beats the odds and you have nothing to win. I find it hard to believe, but let's asume it is true and that we can choose how to achieve happiness.

Make no mistake: Happiness is meant to be achieved. You can't just buy it online like you would purchase tickets to a Paul MCartney concert. Oh no, can't buy me love. Or bliss. So, put away your credit card, you compulsive web shoppers.

It seems to me that happiness is some kind of holy grial of our times, as if we just needed to find it somewhere else, away from our everyday life. No, Arthur, for the last time, there is no need for a sword or a crusade.

Instead, we must choose to be happy.

And we must do it without maps, weapons or money, but rather from the comfort of our chouches. From picking a news channel on television that will present us with the curated version of reality, to allowing some people to get on our last nerve and get the best of us.

Let's pretend for a moment that we can stop acting like we care when we don't, or that whoever attacks us is entitled to an answer from us even if that will prolongue a pointless argument.

Life gets better as soon as we understand that happiness is a state of mind that occurs when you decide what to do with the things and the people in your life. You choose and you make plans based on those decitions.

And please do not get me started on those folks who try to look happy just to make someone else sad. It never works. It is way too fake and it eventually shows.

Also, dwelling in the past does not last forever, mainly because it is boring. Moving on... Now that's what I call fun! Plans, goals, challenges...

Do you know what happens when we have fun? Happiness.

Make up

I am not a big fan of make up sex, pal, so do not piss me off, because I will stay that way and you will stay in the couch.

La cebolla que te hace pensar

Cada vez que cocino con cebolla hago la misma reflexión: ¿en qué momento sórdido, masoquista y autodestructivo de la historia culinaria de la humanidad entró en juego un vegetal que te hace llorar cada vez que lo cortás?

Es parte de recetas de toda clase de culturas y parece que a ningún científico de esos que te inventan un kiwi fue capaz de generar una especie de cebolla que no contenga las esporas que irritan los ojos, nariz, etc.

No puedo evitar pensarlo desde el momento en que las partículas que se liberan al cortarla hacen contacto con mis ojos y empieza un tímido lagrimeo que después se convierte en un dramón contra el mármol de la cocina.

¿Por qué todavía consumimos una cebolla como alimento? El maldito vegetal se convirtió en la metáfora perfecta para otras cuestiones de la vida, como el amor, el sentido del trabajo o las abdominales.

De hecho, en el caso del amor sabemos que, a pesar del ocasional llanto o irritación con una pareja, es uno de los estados más plenos y armoniosos que puede alcanzar el ser humano. Joder, la gente hace cosas altruistas por amor.

Y es verdad que todos pasamos una etapa de la vida en que el trabajo aburre, es monótono, excesivo o pesado. Pero con un poco de suerte, y tiempo, puede empezar a gustar... cuando uno se convierte en su propio jefe e impone su visión.

Ahora, lo de los abdominales es más complejo, más que nada porque son odiosos, como el gusto de un jarabe que me daban cuando era chiquita. Pero los resultados son evidentes... No más tos y no más rollos, fin de la discusión.

Lo de la cebolla, en cambio... Eso sí que es un misterio.