Cuidado: el vestido no incluye expectativas


Se las resumo: una mujer compró a través del sitio chino Taobao una copia del vestido con transparencias que usó la actriz Jaimie Alexnder en el estreno de la nueva película de Thor. Hasta ahí todo divine, como diría Moria.

Pero cuando la mujer abrió la caja del vestido se acordó de un diminuto de talle: ella no es Jaimie Alexander. No tiene su silueta ni su estatura, por lo cual el vestido que se compró puede o no quedarle del todo bien.

A juzgar por las fotos en el Mirror, los resultados de sentirse Jai Mie Alexander (perdón, no más chistes, señor juez),  la pobre mujer necesitará terapia para recuperarse de la porquería que le mandaron.

Pero el desastroso escenario es una mezcla entre publicidad engañosa y falta de sentido común: ¿a quién se le ocurre ordenar por correo un vestido que usó una actriz en la alfombra roja, donde cada detalle es calculado, cuidado y monitoreado por un escuadrón de modistas y asesores de imagen?

Soltar

El acto consciente de dejar ir algo que estaba atado, encerrado, atrapado, limitado adentro nuestro o en nuestro poder. Soltar es una forma de aflojar sin darse por vencido.

También es una palabrita de moda para hacerse tatuajes y carteles trascendentales con toda la filosofía de estilo Tumblr y Pinterest que la web puede albergar.

Me impresiona lo místicas que se ponen algunas personas cuando hablan de "soltar", así, entre comillas, como si fuese un secreto de la vida que eleva el alma hacia el Nirvana y hace que levites por los pasillos de la Línea B de subte.

Soltar también se sueltan los globos, los eructos y los... bueno, cualquier función fisiológica implica soltar.

Ya sea por la influencia de los gurúes de la vida o porque es una palabra corta que queda bien cuando tatuada, parece que la postura detrás del verbo está más de moda que nunca. Otra explicación para la súbita popularidad del vocablo puede ser el yoga.

Hace unos meses empecé a practicar yoga porque ya no podía dormir sin sufrir una contractura. Al final de cada sesión, mi profesora me guía en una relajación con tono pausado y monótono, como para lograr que me duerma (cosa que suele ocurrir). Y habla de soltar.

Soltar cada músculo del cuerpo, desde la planta de los pies hasta el tope de la cabeza. Aflojar la tensión de los tobillos, el empeine, las pantorrillas, las rodillas, los muslos, la cadera, el abdomen, el pecho... Los brazos, los omóplatos, todo se suelta. La mollera también. Los párpados, todo.

El piso es lo que te sostiene y no estás en el fondo, sino suspendida. Soltar es liberar tensiones, quedar en un limbo divino donde no te importa nada, ni siquiera el timbre de la persona que llegó para la sesión después de la tuya.

No sé si tiene que ver con una postura de filosofía Tumblr, o una moda como cuando las chicas se tatuaban una hada y los chicos un tribal maorí, pero soltar sirve. Al menos, para mí, los lunes entre las 16 y las 17:15.

Lavado a mano

Algunas prendas son delicadas. Los tejidos se pueden abrir con facilidad al manipularlos, los colores pueden desteñirse por la temperatura del agua; se forman "pelotitas" sobre la superficie por la fricción, o los materiales se vuelven más delgados con cada lavado.

Pasa con la ropa, y con casi todo lo demás que flota por este mundo: ideas, sentimientos, consejos, experiencias, recuerdos... La propia conciencia, llegado el caso.

Al final del día, hay prendas que van al lavarropas directo porque es más cómodo y simple para volver a usarlas al día siguiente, pero otras quedan mejor si se las lava a mano con un poco más de cuidado.

Un poco de jabón (no mucho, porque el exceso intoxica el tejido), agua fría para contrarrestar la fricción y paciencia. Es un trabajo fino, delicado si se quiere, pero se mantienen los colores, las texturas y las formas originales.

Y no hay momento más propio que cuando uno se hace cargo de sus trapos viejos y sucios y los lava hasta dejarlos limpios y rehabilitados para una nueva jornada.