El principito y la rosa

"Y cuando regó por última vez la flor, y se dispuso a ponerla otra vez al abrigo de su globo, descubrió que tenía deseos de llorar.
-Adiós -dijo a la flor.
Pero la flor no le contestó.
-Adiós -repitió.
La flor tosió, pero no por el resfrío.
-He sido tonta, te pido perdón. Procura ser feliz.
Quedó sorprendido por la ausencia de reproches. Permaneció ahí, desconcertado, con el globo en la mano. No comprendía esa calma mansedumbre.
-Pero sí, te quiero -le dijo la flor. -No has sabido nada por mi culpa. No tiene importancia. Pero has sido tan tonto como yo. Procura ser feliz. Deja el globo en paz. No lo quiero más.
-Pero el viento...
-No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
-Pero los animales...
-Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas. ¡Parece que es tan hermoso! Sino, ¿quién habrá de visitarme? Tú estarás lejos. En cuanto a los animales grandes, no les temo. Tengo mis garras.
Y mostró ingenuamente sus cuatro espinas. Después agregó:
-No te detengas más. Es molesto. Has decidido partir. Vete.
Pues no quería que la viese llorar. Era una flor tan orgullosa..."


Varias veces en mi vida intenté empezar a leer "El príncipe", de Nicolás Maquiavelo, pero siempre me pasó lo mismo: terminé leyendo de nuevo "El principito", de Antoine de Saint - Exupéry.

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