Cotorreo en la red del pajarito

De un tiempo a esta parte pareciera ser que Twitter se convirtió en un foro informal y coloquial donde se miden por escrito personalidades -o personajes- de la vida pública, ya sea del espectáculo, la política, el deporte... o todo junto.

Las cuestiones de ego, las disputas de cartel y las diferencias ideológicas ya no se debaten frente a una cámara de televisión o en un programa de radio, sino que existe un medio donde dos personas pueden cruzar acusaciones e insultos de manera cuasi impune, obviando a los medios tradicionales y con la comodidad de estar cada uno en su casa.

A esto se le agregan los comentarios del resto de los usuarios, los consabidos RT, y las apreciaciones de algunos periodistas en la misma red del pajarito. Todo un cotorreo online que deriva en el eco casi inmediato que se produce en los medios digitales, siempre ávidos de la noticia en tiempo real.

De ese modo salen las notas de los rounds entre el canciller, Héctor Timerman, y el periodista Alfredo Leuco, donde se dijeron toda clase de insultos sin tener en cuenta que estaban siendo leídos por toda la comunidad. Después están las lapidarias sentencias de Aníbal Fernández, que pueden ir algo así como... contra quien sea. Y ya son un clásico del gallinero twittero.

Casi parece que Twitter funciona como una trampa mediática porque es el espacio perfecto para mandar, cortita y al pie, la puteada más efectiva hacia el contrincante. Los usuarios se animan a decir las cosas que nunca dirían en la cara a sus oponentes, y mucho menos en cámara. O sí, pero en 140 caracteres es más "sotto voce".

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