Batalla campal

Mafalda Chan: ¡Te lo digo por última vez! Estás grande para estas cosas...

Antonita: No me importa... No quiero, ¡no quierooo! (chilla, otra vez)

Se sienta con piernas y brazos cruzados sobre la cama. Tiene el ceño fruncido y mira de reojo la bolsa negra de plástico donde sus animales de peluche y sus muñecas llevan más de 10 años guardados.

MC: Pensá que hay chicos que no tienen sus juguetes cerca, que no están ni en su casa... están enfermos en el hospital, ¿y vos lloriqueando por cosas que no necesitás?

Antonita: ¡Pero esos peluches me los regalaron cuando me operaron del corazón!

MC: Bueno, ok, quedátelos si tanto te importan, pero los demás podrías darles salida... (le dice ella, parada junto a la bolsa. A la vez piensa que cuando la operaron del corazón algo debe haber quedado averiado ahí adentro)

Antonita: Ese, ese y ese se pueden ir...

MC: Muy bien, ¿éste también?

Antonita: ¡No! (Lloriquea de nuevo) Ese tigrecito me lo regaló Tía Mima...

MC: Uy, bueno, ¿y éste?

Antonita: Son mis títeres... (retruca haciendo una mueca con los labios, como si estuviera justificando algo obvio).

MC: Ok... ¿Esta?

Antonita: Esa sí (mira con desdén una ardilla de peluche), ¡pero esta no! (se abalanza sobre una muñeca pepona que tiene descosida parte de la pierna, dibujada la mayor parte del cuerpo, y la cara algo percudida por el polvo)


***

No hay caso, la niña dentro mío es una criatura egoísta que le pone demasiada carga emocional a sus juguetes. ¿Le pasará a muchos o sólo a ella?

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