Avatares de la vida 2.0

El otro día surgió una situación donde un mail complicó la reputación de una persona. De alguna manera, el mundo "virtual" se metió de lleno y de manera tangible dentro del "real". Adiós a la feliz división de los dos mundos, que hasta hace poco permitía la disociación de personalidades.

A raíz de ese episodio me acordé de esa zona de grises llamada "reputación 2.0", que no es otra cosa que "todo lo que Internet dice de mí". Cada vez es más relevante la información que la red puede proveer sobre cada uno, y poco se puede hacer para controlarla.

"Por eso yo tengo Facebook pero no lo uso más que para los mensajes...", me dice convencido Padre. Grave error el pensar que sólo porque uno no divulgue datos propios online entonces no está "indexado". Estamos todos adentro de la Matrix.

Pero al margen del comentario apocalíptico, es notable como el famoso y temido "qué dirán" se reformuló con el auge de las redes sociales. Dicho en criollo, es increíble que ya no importe lo que diga la vecina, pero sí el hecho de que un amigo me etiquete en una foto del fin de semana, y que la puedan ver mis compañeros de trabajo vía Facebook.

Ahora que releo el párrafo anterior, caigo en la cuenta de que nunca le presté atención a la vecina, y que nunca me incriminaron con una foto en Facebook, pero el ejemplo sirve. Sin ir más lejos, los textos que publiqué en este sitio bien pueden jugarme en contra alguna vez.

Me reiré con ganas cuando lo hagan, porque probarán que soy humana, que cambio de parecer y que reflexiono muchas cosas, a veces pavadas.

Pero también están otros puntos donde la exposición en las redes sociales nos vuelve un poco locos... Por ejemplo, esa mala costumbre de revisar los perfiles de contactos (y por "contactos" me refiero a ex parejas), o los escraches masivos en muros, TL o por mail.

El tema de la reputación 2.0 debe ser muy importante desde el momento en que existen hasta sitios que se ofrecen a dar de baja los perfiles cuando el usuario muere.

Pero además empezaron a jugar un papel muy extraño entre las personas: pelearse a muerte con alguien implica desterrarlo del MSN, dejar de seguirlo en Twitter o darlo de baja como "amigo" en Facebook. Como símbolo es bastante contundente. El "corto mano, corto fierro" es por todos los medios posibles, Internet incluido.

Así, parece ser que mientras la generación de mis padres se preocupaban por qué dirían sus vecinos o sus propias familias, la mía tiene problemas más... globalizados en sus manos.

Y además está ese detalle que todavía me resulta estrambótico que es que en la "división de aguas" al terminar una relación, se borra desde el número de celular hasta la foto del susodicho del perfil de Facebook.

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