"Alguien está moviendo mi cama", le dije a M. Ella me contestó que no, que todo estaba quieto.

Me pesaban los párpados, sentía cosquillas en los pelitos de la nuca y de pronto los pies de mi cama empezaron a elevarse. Suavemente volvían a su lugar original para después volver a levantarse.
Y me dormía. Raro de veras.
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