Radio Taxi Cupido, gracias por viajar con nosotros

Era una madrugada oscura, helada y silenciosa. Las calles estaban prácticamente vacías a excepción de algunos taxis. Parecía como si fueran las tres, pero eran las seis menos cuarto. En estos días no hay mucha diferencia de luz entre una hora y la otra. Si no fuera porque sé con qué ligereza transcurren las horas de la madrugada, hubiera dicho que recién me había acostado cuando me desperté.

Salí a la calle dispuesta a encontrar un kiosko o panadería y la parada del colectivo, en ese orden. Pero nada de eso pasó. En vez, llegué a la avenida Santa Fe con el frío mordiendo mis muslos y el sueño pesándome en los párpados. Decidí tomar un taxi que estaba estacionado en la luz roja de Santa Fe y Rodríguez Peña. A medio trayecto, en medio de una conversasión soñolienta y miscelánea, el conductor me pregunta si estoy casada.

-¡Noooo! -contesto -estoy muy lejos de eso
-Pero te gustan los hombres... -añade él con un acento agudo y meloso en la palabra "hombres".
-Sí, pero...
-¿No has encontrado aún a tu príncipe? -me pregunta desplegando una tonalidad histriónica con toda su capacidad torácica.
-No, en vez he tenido que besar a cada sapo- le contesté, con mi usual humor de recién levantada.
-¡Ah! Pero has de besar a muchos sapos hasta encontrar a tu príncipe. El príncipe será aquél muchacho que te de vuelta la croqueta. Quizás hayas besado a sapos sin darte cuenta pero recuerda: un príncipe no debe ser ni seco ni menos falopero, porque esos no llegan a nada. (En este últimopunto acentuó la frase y la pronunció con voz grave y gutural).

Me bajé del taxi y llegué antes que nadie. El punto es: ¿mi chofer habrá sido el mismísimo Cupido, que compartió un poco de su sabiduría conmigo? Si solamente no hubiera estado tan dormida lo sabría...

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