Mario... ¿cuál es?

Dicen que Mario Pergollini está actuando como un pende-viejo. Jorge Lanata se refirió a él como alguien que "trabaja de canchero y joven y ya no es ninguna de las dos cosas". Duro. Intransigente. Y todo esto empezó porque Mario metió la pata. Y lo sabe. Pero no está listo para reconocerlo.

En vez, sigue metiendo la pata, la rodilla, el muslo... acabará por quedar metido hasta la coronila antes que reconocerlo: Marcelo ganó. Esta vez, un poco gracias a su labia y otro poco gracias a la falta de tacto de Mario, Marcelo quedó como un "Señor" que invitó "generosamente" a toda clase de personas a participar de su certámen/circo mediático.

Al principio, apenas Mario hizo su tristemente célebre comentario, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el racismo (Inadi), no había registrado queja alguna al respecto. Fue depsués de que empezaran a hacerse eco el resto de los medios y mediáticos que María José Lubertino, titular de la institución, tuvo que salir a la luz pública a poner orden.

Lubertino pasó, entre otros, por el programa de Jorge Rial, que generalmente tiene un tono desenfadado e informal, pero se puso serio para hablar de este tema. Y es que la "avivada" de Mario le dio algo para cotorrear a todas los "Jorges" de la televisión argentina, desde Jorge Lanata hasta Jorge Rial.

Vuelvo a la reflexión anterior: el comentario de Mario fue tan falto de agudeza y sutileza que dejó a Marcelo como un "señor", algo que algunos de nosotros pensamos que jamás sería capaz. "Es un tipo inteligente que entiende su target", me explican ahora algunas personas que meses antes no dudaban en etiqutar de "hueco" al eterno rival televisivo de Mario.

En definitiva, a Mario le salió el tiro por la culata. De la peor manera posible, lo que intentó ser una crítica voraz a su oponente por "aprovecharse de un ciego" para tener más rating, terminó siendo el detonante de una sarta de comentarios que se apilan y parecen coincidir en un punto: Mario, es hora de que crescas. Estaba bien ese humor ácido e insolente cuando eras un pibe de 20, quedabas astuto a los 30 y era emblemático a los 40, pero estás "grande" y ese estilo está empezando a quedarte "chico".

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