Lo primero que se muda

Lo primero que uno muda cuando uno cambia de casa es la cabeza. Lo siguiente son los posavasos. A las pruebas me remito.

Para dejar el hogar de familia y emprender la vida en la propia morada, lo primero que hace falta es tener el estado mental que permite decir: "Es hora de tener un lugar mío. Quiero mi casa". Una vez que el cerebro procesa esa ida,se está listo para partir.

Claro que los avatares de la vida cotidiana hacen que sea más, o menos, rápido el proceso de determinar mentalmente la mudanza a concretarla. Por eso, muchas veces pasa que antes de que se produzca el evento, uno ya está comprando cosas que usará en su hogar.

Para imaginar la decoración, hacerse una idea de la vida que uno va a llevar y terminar de enamorarse de la idea de declarar la independencia a la "casa matriz" en la que cada uno creció. Entonces, lo primero que se adquiere para la nueva vida son los posavasos.

Tener un set de posavasos aún cuando no se tienen ni vasos, ni una mesa donde apoyarlos, ni un techo para ofrecerle a los invitados, puede resultar un poco apresurado. Pero es algo simple, sencillo, como la primera baldosa de la decoración de toda una casa.



Es como el primer paso antes de decir "vénganse a casa a tomar algo". Como cuando uno se siente lo suficientemente maduro (¿?) para decir: "Ey, tomá un posavasos, no me marques la mesa". También es un comienzo tímido pero certero de que es uno quien elige los colores, el estilo y el tamaño que tendrá la vida de ahora en adelante.

No, a la gente no se la puede caracterizar (mucho menos juzgar) por los posavasos que tiene, pero es un gesto cómplice con uno mismo el comprar media docena de cuadraditos chatos y finitos pensando: "Son para cuando vengan los chicos a tomar algo a casa".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo dos sets de posavasos... los primeros, elegidos por mí, son coloridos círculos tejidos en ñandutí (comprados en un viaje a Paraguay); los otros, de madera pintada y con una foto -cada uno de los 12 tiene una diferente- de un pueblo santiagueño (regalo de amigos). Nunca había pensado que los posavasos hablaran de mí, aunque sé que en el departamento todo dice algo acerca de quién soy. No uso siempre los mismos ni los alterno aleatoriamente sino que elijo los que mejor vayan con la situación y el humor.