Madre y hermana estaban paradas en el medio de la calle, en una tarde de cielo color tiza y bastante frío. Yo me acerqué arrastrando los pies, con las piernas algo ligeras, una sensación bastante extraña. "Conseguí tres libros", anuncié con voz monótona, entre cansada y aburrida.
Tras pasar fácil media hora dentro de la librería, no sólo compré el libro que había entrado a buscar, sino dos más que no esperaba tener el impulso de leer. La literatura tiene la extraña capacidad de imponerse, casi como la música. Debe ser por eso que es un arte.
Mamá Chan, ávida lectora como es, se limitó a decir: "Qué bien, ¿cuáles son?", a lo que le informé: "Uno de Boris Vian, el último de Cristian Alarcón y uno que me hizo gracia, que es de Charles Bukowski". Madre se me quedó mirándome, con sus diminutas cejas arqueadas.

Confieso que me llamó la atención que me dijera eso, sobre todo porque es una persona acostumbrada a leer desde textos sobre filosofía hasta investigaciones sobre la sexualidad, el alma, y temas muy variados. "Algo más lindo", me reclamó.

"Bueno, no escribirán con la sutileza de Truman Capote ni con la altura de Ernest Hemingway, pero son muy descriptivos a su manera", intenté conciliar. Me parece que madre no quedó ni un poco convencida. A todo esto, hermana se limitó a decir: "No te gastes en vendérmelos, yo ni siquiera leo".
Mi familia tiene límites intelectuales después de todo. Yo también debo tenerlos, pero parece que no los tengo tan definidos todavía.
2 comentarios:
Qué onda???
XD
Wiiiiiiiiiiiiiiiiiii
A mi me gustó lo que leí de Boris Vian!
Una más que se suma a las tropas!
Sigo incrementando las ventas de Boris aunque, claro, ya no disfrute de las regalías!
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