Ojos de cielo

No suelo hacer más de un post al día (a veces no hago ni uno a la semana), pero lo que ví hoy me llenó de un sentimiento que no pude identificar en seguida. La secuencia ocurrió esta tarde cuando un chico castaño, bajito y muy flaco entró al vagón de subte tambaleando un poco por el movimiento.

Sus ojos eran color almendra, muy redondos, y su mirada estaba algo apagada. Dijo que se llamaba Jonathan, que tenía12 años y que iba a cantar una canción para los presentes, que esperaba que le retribuyeran en monedas, o aplausos. Tuve la sensasión de que prefería el primer tipo de retribución.

"No parece de 12 años, es muy bajito", objetó en voz baja una mujer que estaba sentada con su hija a mi lado. Estuve de acuerdo, pero no por su tamaño, sino por sus ojos. Grandes, redondos, con hambre. Cansados, exhaustos, tenía la sensación de que tambaleaba un poco por el movimiento del subte y otro poco porque sus piernas le pedían sentarse al menos hasta la próxima estación.

Después de presentarse, Jonathan recorrió el vagón de un extremo a otro cantando la canción "Ojos de cielo". Trastabillando en las palabras, confundiendo algunos versos y con la voz a flor de piel, como si estuviera clamando y cantando, el chico fue y vino a lo largo del vagón lo que duró su actuación. Al terminar agradeció los aplausos, y un poco más las pocas monedas que cayeron en sus manos.

No, no le saqué foto, pero algo me dice que mañana seguiré recordando esos ojitos de cielo nublados... y creo que ya sé lo que sentí...

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