Cada uno tiene (que encontrar) su lugar en el mundo


No es cosa fácil, pero si lo fuera no valoraríamos el haberlo encontrado. Si bien es cierto que hay veces que uno no puede cambiar lo que pasa, el entorno, hay algo adentro nuestro que nos hace sentir a dónde es que tenemos que estar aún cuando no es el lugar ni el contexto en el cual nacimos (especialmente si es ése es el caso).


Hay un lugar que está hecho a la medida de cada uno, con las dimensiones, colores, aromas y paisajes que están en armonía... un lugar donde todo encaja. El estar acompañado por quien uno quiere tener cerca es más complejo porque entran en juego las sensibilidades ajenas. 

Igual, cada día me convenzo más de que éste mundo es como el pozo de un edificio en construcción. La familia es la cantera desde donde salen lo materiales para poner los cimientos, pero si no hay mano de obra es lo mismo que nada. ¡Agréguese un poco de metal y estamos listos para empezar! \,,,/


Hablando en serio, las paredes tendrán el grosor y la textura que les demos. Pueden ser gruesas, resistentes e impenetrable para los intrusos, siempre en la medida que nosotros lo queramos. Eso sí: sería una pena dejar afuera a los amigos por aislarse de los enemigos. Y una pared finita no resiste ni una lluvia de verano, así que es mejor buscar el punto medio.


Ladrillos y cemento. Importantísimo que sean de buena calidad. Algunas personas serán los ladrillos que te peguen y otras los que te amparen, y unas muy poquitas serán el cemento que te mantenga bien pegado.


Hay que usar sólo las piedras que sirvan para algo, las otras es mejor dejarlas a un lado. Por más que algo parezca ideal como piedra angular no necesariamente puede servir como tal.

Las terminaciones tienen que ser prolijas, cuidadas, bien medidas y ubicadas... porque no es cuestión de que la casa se vea mal desde afuera, y no hay nada más inútil que tener una ventana que da al piso, ¿no?

Con toda esta analogía digna de un cuento de Bucay a lo que quiero llegar es... al lugar donde quiero estar.

Creo que sé cuál es porque haber estado ahí se sintió extrañamente natural y eso es lo que marca que sea "el" lugar. Que estés a miles de kilómetros de donde naciste y sepas que estás en tu casa, que las calles son tuyas y que sabés a dónde vas... "priceless", como diría la tele.

Si no estoy donde creo que debería estar, y si no me gusta el lugar donde la vida me puso, será motivo para echar a andar y llegar a donde tengo que estar. Y cuando llegue a ese lugar, echaré mano a los materiales que me fueron dando, y a los que haya conseguido por mis propios medios.







Ah... me olvidaba: ¿El techo de la construcción? Ese lo pone el tiempo, al final de la vida... Hasta ese momento, es un continuo ir y venir de ladrillos.

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