La odisea del hombre contemporaneo

Traté de empezar este texto de muchas maneras distintas. Quería analizar cómo los tiempos de maduración en el ser humano han cambiado desde la época antigua hasta hoy. Obviamente para hacer tal cosa necesito:
a) Tener un master en historia de la cultura, antropología, etc.
b) El tiempo y los recursos para dedicarle por lo menos diez años a la investigación
Como no tengo, ni creo que tenga en mi vida, ninguna de las dos cosas me voy a limitar a escribir acerca de lo que yo creo que son las causas por las cuáles nos hemos vuelto eternos infantes.

En la época antigua las mujeres celtas estaban listas para casarse a los catorce años de edad, las incas a los diecisiete y las griegas a los quince; hoy serían consideradas púberes y se las mandaría a estudiar antes que pensar en casamiento. Pero sin embargo, en aquella época eran consideradas mujeres casaderas. En el caso de los hombres, puedo citar como un ejemplo al rey de Francia, Felipe el Hermoso, que llegó al trono de uno de los países más importantes de Europa en la edad media a los diecisiete años y fue tan “Rey Hermoso” como “Rey de Hierro”. Esto me lleva a pensar, ¿es que la gente de antes estaba hecha más fuerte o es que nosotros nos olvidamos como serlo? Porque no puede ser que la raza humana se haya venido tan abajo, ¿o sí puede ser?

“Claro, es que si llegabas a los cuarenta tenían suerte”, me dice un amigo cuando le comento acerca del tema. “somos la generación del mañana lo hago” , me explica “si total tenemos un montón de mañanas”. No pude más que darle la razón. Nuestra expectativa de vida se ha alargado tanto (unos setenta y cinco años en promedio para la Argentina), que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer todo. Profesionales, padres, jubilados. Como tenemos un tiempo de vida más prolongado aparecen cosas que antes no habían, como la denominada crisis de la mediana edad (entre los cuarenta y cincuenta años), la menopausia o la andropausia (que es el equivalente para los hombres).

Alejandro Magno no debe haber sufrido la crisis de los cincuenta pero claro… es que nunca llegó a esa edad. Murió a los treinta y tres años después de haber conquistado casi todo el territorio del mundo conocido en su época (siglo IV a.C.). Un hombre de esa edad hoy en día recién está empezando a afianzarse en el mundo laboral y todavía no puede hablar de una carrera estable. Es más, puede ser que ni siquiera haya dejado el hogar familiar. Es como si todas las etapas del desarrollo humano se hubieran prolongado. Sea cual sea la razón, es evidente que nos hemos vuelto eternos infantes. Como en la historia de Peter Pan y los niños que nunca crecían, nuestro sueño más preciado es vivir en el país de Nuncajamás y no enfrentarnos nunca con el mundo.

Los hombres y mujeres de las edades anteriores a la nuestra juraban que el mundo era plano y que estaba sostenido por tortugas gigantes (sino pregúntenle a Colón lo que le costó convencer a sus compatriotas de lo contrario), sin embargo, estaban dispuestos a hacerle frente a las tortugas, o a caerse literalmente del mundo con tal de ver hasta donde podían llegar. Nosotros por el contrario estamos tan cómodos en nuestras casas viendo por tele las ruinas de los templos en la India que no sentimos la más mínima curiosidad por ir a verlos personalmente. Es como si se hubiera extinguido la llama intrépida de la sed por el conocimiento. Así, el ser humano reniega de una de sus cualidades más definitorias: la de ver el mundo y más allá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

es bastante divertido e interesante pero podan poner algun video de la odisea del hombre ok buena xao.

Anónimo dijo...

yo soy toñi la de antesera mi prima toñi moreno perez yo digo k esta guay e interesante y k todo el mundo lo lea y haga un comentario.adios