El libro rojo

Me hicieron un regalo inigualable hace unos días, con motivo de mi cumpleaños. Como el título lo anticipa, mi madrina me regaló un libro de tapas rojas de cuerina y hojas lisas, blancas y de buen grosor.

Algunas personas pueden considerar que es un presente simbólico, un objeto con muy poca utilidad, pero para mí es un bien preciado. Hay algo en ese plano horizontal, acotado por bordes y con superficie regular, lisa y blanca que me da la sensación de libertad, de que puedo hacer lo que quiera sobre él.



Por ejemplo, podría escribir los versos más tristes... si no fuera porque ya los escribieron, y yo soy malísima escribiendo poesía. Debo decir que hay algo alentador en una hoja en blanco. Nunca lo veo como una "nada" sino como ese lugar que grita "vacío - hay vacante".

Este libro se une a una serie de cuadernos de anotaciones que ya tengo: un libro blanco, de tapa dura y hojas lisas donde empecé a escribir un diario de mi viaje en barco a Río de Janeiro, y un libro de tapas azules con ribete dorados y hojas gruesas y amarillentas que heredé de mi abuela.

Hay libros que me gustan tanto así como están que no quiero interrumpir su blancura y arruinarla con mi letra a mano alzada, que es como un garabato hecho con demasiada presión sobre la hoja. Cada trazo es como una ofensa a ese blanco inmaculado.

Creo que este blog es el espacio que más intervine a lo largo del tiempo. Lo empecé en el 2006. Ninguno de mis diarios se prolongaron tanto... Después de intervenir tantos cuadernos, maltratar algunas páginas y dejar desoladas las demás, me resigné y ahora disfruto del placer de ver las hojas en blanco.

Mientras tanto, sigo mis relatos en este, mi extraño mundo cibernético.

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