Conchuda

Porque hay que ser justas en esta vida, no estaría de más cierta autocrítica cuando se trata de mirarnos al espejo. Así como podemos ser los seres más compasivos y pacientes del mundo, algunas mujeres desarrollan (¿o desarrollamos?) una increíble capacidad para mimetizarnos con la naturaleza.

Nos dicen, entre otros piropos, que hablamos como loros, que nos portamos como arpías entre nosotras, que somos unas perras en la cama, o unas yeguas cuando queremos complicarle la vida a alguien. Entre tantos cumplidos, cabe destacar que algunas mujeres no son para nada gallinas y defienden lo suyo cual leonas.

Pero las mujeres también se las traen. Sería fácil decir que es "todo culpa de los hombres" porque "son una basura", pero son compañeros de especie, meros seres humanos, así que acá va el mea culpa:

"Las mujeres no tienen amigas, tienen aliadas", me dijo una vez G. Su concepto de amistad entre las mujeres resume la postura de muchas. Así como los hombres se apoyan hasta cuando se trata de una causa perdida, las mujeres juegan "su partido" solas, a veces, porque no les queda otra.

Por eso es que valoramos tanto a nuestros amigos y a las "íntimas amigas", que siempre son pocas.

Algunas mujeres celan a sus novios al punto de mantenerlos lejos de sus amigas hasta el día de su casamiento. Y siempre está amiga que se sube a un banquito imaginario de no más de 10 centímetros de altura sólo porque está en pareja, o porque se casó o porque es madre.

Esa palabra, "madre", es tan fuerte que altera la psiquis de la más centrada de las mujeres. [Agrego un detalle: es indignante como algunas mujeres se escudan detrás de la maternidad para excusarse por lo que sea, acomodar horarios, puntos de encuentro, o hasta dar consejos como si fueran un pozo de ciencia desde que parieron mientras que a una le falta "experiencia".]

Igual, quiero aclarar que tengo un pequeño número de amigas que rompen con ese esquema, por suerte.

Después están las "madres-amigas", que no existen, y menos aún las "madres-hermanas". Confundir, mezclar o reemplazar esos roles es una gran equivocación. Las madres sirven si son madres, lo mismo con las hermanas y las amigas.

Después están las mujeres criticonas, las que lo hacen a espaldas de otras, o las que lo hacen a la cara. Si un hombre critica es un chiste, si una mujer lo hace, ella es una perra y está siendo mala. Error. En ese caso, el hombre también está siendo una perra mala.

Una mujer que llegó a la vida adulta habiendo soportado chismes crueles inventados por otra, o un desengaño temprano con los hombres, no sólo es una mina con mala suerte, sino también una con mañas propias. Con toda la bosta que le cayó encima, es probable que tenga ganas de empezar a repartirla, aún a riesgo de que cada tanto le griten "¡Yegua!"

Eso, o no tiene ningún problema con que la tilden de "jodida" porque dice y hace lo que quiere.

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