La escritura borrada

"Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias", dijo.

Pero no lo puso por escrito, porque no podía ver la letra trazada. En vez, alguien se encargó de escribir "La escritura del Dios" para que él pudiera ser un poco el carcelero y otro poco el encarcelado.

Hacia el final de su vida, fue el jaguar encerrado en su prisión de oscuridad, caminando intranquilo de un lado a otro. En el fondo, lo de él también era una circunstancia y sólo eso.

Lo que más me atrapó fue la prisión, "profunda y de piedra", según el texto. Con la forma "de un hemisferio casi perfecto, si bien el piso (que también es de piedra) es algo menor que un círculo máximo".

¿Qué sería ese "círculo máximo"? Jamás me lo pregunté, sino hasta hace dos días. Siempre imaginé que era como una bóveda. Lo asumí, tonta de mí.

Si no era como la bóveda celeste, en la cual bailan los astros, al menos sería como la que se forma en las cavidades de la Tierra, bajo un manto de verde. Una suerte de loma hueca a la que se accede sólo por a cima.

Y en su interior, agazapado, esperando para rugir y para escapar al encierro, estaban el jaguar y el anhelo humano de ser más divino que Dios.

"Que muera conmigo el misterio que está escrito en los tigres", dictaminó el hombre encarcelado. Él, que se hizo llamar "mago", tuvo que admitir que dentro de la celda de piedra "no podría, sin magia" levantarse del polvo.

El hombre encerrado solía tener otro nombre, pero desde que se convirtió en "quien ha entrevisto el universo" ya no puede pensar en otra cosa más que en extinguirse con la fórmula del mundo a cuestas.

Ya nunca la leeremos, según parece, porque el oro de los tigres no brilla para cualquiera y quien logró verlo decidió que ya no era "ese hombre". ¿Por qué habría de importarle la suerte del mundo, si ahora es nadie?

2 comentarios:

VENUS dijo...

waw que seriedad! estas hablando de jorge luis acaso? me intrigas coccio.

Uno dijo...

¿Puedo preguntar quien escribio esto?