¡Ciao, hiudi la bocca!

¡Cómo es la gente en los cibers, eh! Y lo digo con mi mejor voz de "Doña Rosa indignada" porque hace fácil 30 minutos que estoy metida en un locutorio de la ciudad de Montevideo (ya sé que estoy de vacaciones, pero webear es un gusto como cualquier otro) y no logro terminar de escribir tres mails sencillísimos porque hay un tano a mis espaldas que le cuenta a los gritos a cada uno de sus contactos de Skype sobre cómo el estadio de Peñarol es un patrimionio histórico, y cosas por el estilo.

"Me dispiace", le dice a alguien sobre su cuarto de hotel en la Ciudad Vieja. A mí "me dispiace" escuchar retazos de sus conversaciones y su sonora carcajada mientras le cuenta a su interlocutor de turno sobre el candome del "Nego" Rada y sobre lo que comió en el Mercado del Puerto. No se escucha la voz de nadie más dentro del ciber. Cada tanto, algún que otro cliente se da vuelta para mirarlo con reprobación, pero nadie le dice nada.

Algo que he notado y valorado siempre es lo respetuosos que son los uruguayos... y eso que alguien debería perderle el respeto a este tipo y tirarle un zapatazo a la nuca, a ver si soy clara.La verdad, quería poner en el título de este post "ciao, cerrá la boca!" pero en italiano... quizás me dé vuelta y le pregunte, con toda la gentileza posible cómo se hace ese pedido en su precioso idioma. ¿Ustedes qué dicen? ¿Lo tomará a mal?

¡! El poder de la sonrisa, y de las buenas maneras. ¿O de la poca sutileza? Hum... Aquí, la secuencia:

Me doy vuelta, me inclino sobre el respaldo de mi silla y palmeo suavemente su hombro. Le veo la cara por primera vez: tiene ojos marrones, una sonrisa amplia llena de dientes y la barba como de tres días.

Yo (sin anestesia): Disculpáme, ¿podrías decirme cómo se dice "cerrá la boca" en italiano?
Él, sin perder la sonrisa: Sí, "hiudi la bocca"
Yo: Ah... ¿podrías deletreármelo?
Él, muy solícito, se para y se acerca a mi computadora. Noto que no es muy alto y veo que sus dedos son cortitos cuando teclea la frase él mismo. "H - I -U- D - I- la B-O-C-C-A"
Yo: ¡Muchas gracias!

Él "ragazzo" se volvió a sentar y no se lo volvió a escuchar... ¿se lo habrá tomado a mal? Yo me quedé de buen humor y de paso me devolvió la cortesía con una sonrisa tan amplia que ahora me siento mal de haberle dicho algo. Nota mental: comprobado que me pueden los tanos, con todo y esa manía insoportable que tienen de hablar a los gritos en todos lados...

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