El Príncipe Azul no come napolitana, y la princesa no toma coca light!

Mamá Chan tenía razón: Los buenos modales en la mesa sí pueden ganar las negociaciones más delicadas, ya sea una comida de trabajo o una salida romántica, mientras que los malos modales... bueno, hacen lo contrario.


Una vez, madre me contó que, cuando ella era joven, los padres invitaban a los pretendientes, candidatos o "filitos" de sus hijas para conocerlos y saber cuáles eran sus intenciones con "la señorita de la casa". Claro, que también era una buena oportunidad para ver si el muchacho tenía el refinamiento necesario para cumplir con los cánones de la familia.

La prueba determinante era cómo comía el candidato. Si los posibles suegros eran muy selectivos, entonces servirían dos platos como armas letales: sopa y fideos con salsa. El muchacho debía armarse de paciencia, mucha diplomacia y todas esas aburridas lecciones de buenos modales para impresionar a los padres de la chica.


Primer plato: la sopa. No había que tomarla muy rápido ni muy despacio, ni de la escudilla. Mejor usar una cuchara y nada de hacer ruido de succión al ingerirla (eso era una descalificación inmediata).

Segundo Plato: Fideos con salsa. El joven saltamontes requeriría paciencia zen y la precisión del Maestro Miyagui para no mancharse y lograr comer la pasta. Todo sin hacer ruido, ni volteretas con el tenedor. Ni hablar de ayudarse con una cuchara.

Leyendo un poco encontré que, efectivamente, algo de cierto tenía la práctica tan cruel y difundida en los tiempos en los que madre era una señorita casadera.

Quizás ya no existe la cena acartonada donde el chico tenía que impresionar a los padres, pero sí existen algunos platos que es mejor dejar afuera del menú. Esto es, siempre que uno vaya a compartir la mesa con alguien por primera vez, y quiera causar sí o sí una buena impresión.

Ya no hay padres tomando nota, pero sí está la otra persona en frente, mirando la cara de uno... y hasta la hoja de albahaca incrustada entre los dientes de uno. O también está la persona que no puede dejar pasar su dieta ni un sólo día... lo que termina por limitar la experiencia culinaria y la resume a un colchón de verdes con hebras de queso rústico... una ensalada de pasto y queso duro.

Si bien ya no se estila más hacer pasar una examen de modales en la mesa,  todavía es altamente recomendable evitar pedirse una pizza napolitana o unas rabas a la provenzal, por lo menos para evitar situaciones difíciles de remontar, ¿me explico? Sino, siempre quedan los ravioles con salsa blanca (recomendación de madre, dicho sea de paso).

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