Los motivos por los que Romeo debe morir

Romeo debe morir. Julieta sobrevivirá porque es una mujer delicada, pero no débil. Él, por el contrario, debe elegir la honrosa muerte cual héroe de una guerra perdida.

A Julieta le temblarán las manos, pero no vacilará al llevar el cuchillo a su pecho. Empujará la hoja de acero hasta que la punta filosa haga estragos en su corazón, y la sangre manche su fino vestido de seda italiana. En cambio, Romeo apurará el trago amargo que quemará su garganta y lo dejará para siempre sin habla.

Ella debe sobrevivir. Sobreponerse a la muerte de su amante idiota. Él debe morir. Porque ha fallado, y aunque ella hizo hasta lo imposible por salvar el amor de ambos, él lo ha echado a perder. Ese último trago definió la suerte de ambos. Si no lo hubiese tomado, la calidez de ella hubiera reparado el daño.

Pero lo tomó, así que debe morir. A los hombres les pasa, más que a las mujeres. Ellas pueden llorar durante meses la pérdida de un amor, pero ellos son quienes mueren en vida y renacen como seres nuevos, distintos a quienes eran cuando vivían junto a su ex pareja.

En definitiva, mientras ellas evolucionan ellos simplemente hacen borrón y cuenta nueva. Julieta escarba en lo más profundo de su ser para lograr sacar de sí todo lo que siente por Romeo, aunque eso implique morir. Él, por su parte, tomará aquel trago que por fin le permita conciliar el sueño, y dormir.

Sin importar con cuánta fuerza lo intente, Julieta no olvidará nunca a Romeo. La imagen del joven buenmozo se desteñirá con el tiempo, y su semblante casi infantil se convertirá en un recuerdo agridulce, pero familiar. Ya no dolerá, sólo será un marco con una imagen que colgará en las paredes de su mente.

En el mismo lapso de tiempo, a él se le olvidarán los motivos por los que desistió de amar a la bella de Verona, así como también escaparán de su memoria las razones por las que empezó a amarla.

Por eso, Julieta debe sobrevivir, pero Romeo... él debe morir.

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