Año nuevo, vida vieja

Vamos a sacar los clichés del medio:

Sí, comienza un nuevo año… lo que significa que otro terminó un segundo antes. Sí, es un buen momento para establecer metas nuevas, renovar las viejas y empezar la dieta.

No, el mundo no va a explotar como una bomba de tiempo apenas el reloj llegue a la hora cero del 1ro de enero de 2009, así que no hace falta hacer reuniones, comidas o cocktails de fin de año con la excusa de “verse antes de que termine 2008”.

La crisis alimentaria no se prevé sino hasta dentro de otros 50 años, con lo cual no se explica la cantidad de comida –y de bebida- ingeridas por los festejos de fin de año: no es necesario hacer abastecimiento estilo camello.

Sí, el 1ro de enero es un día ideal para poner la cabeza en blanco y no pensar demasiado en las cuestiones mundanas (como preguntarse “¿Cerré el gas?” cuando ya se transita el kilómetro 300 desde el obelisco).

Lo que tenga que explotar, explotará, y las plantas que deban secarse, se secarán y la persona a la que le diste las llaves para que las riegue hará fiestas todas las noches en tu casa… y la hará explotar.

¿Por qué existe esa cosa cíclica del despedir el año y empezar uno nuevo, y de traspasar las metas no cumplidas de un año otro? Quizás sea porque el número uno del mes uno es una promesa intacta de que todavía está todo por hacerse.

Cualquier momento es bueno para cambiar de gente, ámbitos, trabajo o hábitos. No hace falta esperar al primer día del año, pero lo esperamos con ansias de todas maneras, más que nada para renovar la eterna promesa de que “éste año lo voy a lograr”.

Supongamos que mis metas fueran conseguir un trabajo estable, además de lograr colaboraciones, viajar a nuevas lugares, vencer la inercia y participar un poco más de la vida cultural y bajar los 50 kilos que habré subido durante las fiestas…ok, eso último es imposible, así que voy a agregar una más posible, digamos, aprender un tercer idioma –algo como el griego.


Bueno, éste es mi día uno, del mes uno, del noveno año del primer siglo del tercer milenio. Vamos a ver qué pasa en el segundo.

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