Blogs traspapelados I



Piquetero no se nace, se hace (versión reloaded)


La sociedad entera entrega un doble mensaje a los chicos: por un lado está el “nene, andá a estudiar” y por el otro, “nene, aprendé a protestar”. Ésa es la lección que presencié la otra tarde, cuando caminando por el centro de la ciudad me encontré con la siguiente imagen:

Un grupo de manifestantes pasaron por enfrente de un jardín de infantes cantando una consigna política con la melodía del clásico “A ver, a ver // como mueve la colita…” En lugar del “…la tiene paspadita” remataban la canción con un resuelto “…el gobierno hijo de puta”.

De repente, el hombre que lideraba el grupo, megáfono en mano, les preguntó a los chicos que “espiaban” desde la terraza de la escuela si conocían ese canto, y los chicos respondieron que sí, como quien responde si conocen la canción del elefante Trompita. Era cierto: conocían la melodía, aunque la letra fuera otra.

Después hay gente que pregunta (entre ellos la que escribe) cómo se les ocurre a los estudiantes secundarios tomar sus colegios, como el Pellegrini o el Nacional Buenos Aires. Ya no me llama la atención ahora que veo que, cual esponjas, los chicos absorben ejemplo que les ofrecen sus mayores de un modo didáctico y directo.

De hecho, mientras me alejaba del lugar podía escuchar que los chicos, una vez que se hubieran ido los manifestantes, siguieron cantando la misma canción, con la letra original y pícara que conocían, pero con la entonación de la bronca, de la marcha.

¿Estamos educando a los próximos D’Elía, Castells, Moyano, D’Angeli…?

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