Puertas adentro

Según los vecinos, amigos y parientes, madre e hija se llevaban mal y a menudo discutían fuertemente. En alguna ocasión, la madre, Inés, incluso le había pedido a su empleada que se quedara con ella por temor a que Laura, su hija, la atacara.
Cuando el fiscal comenzó a buscar el posible asesino de Inés se puso al tanto de las causas civiles que tenían las dos mujeres. En una de ellas Laura, una instructora de danza egresada del Colón de 45 años, acusaba a Inés, de 78, de violencia familiar por no darle a ella y a su hijo de 12 años un lugar donde vivir.
En aquella ocasión, Inés había llegado a la audiencia de conciliación con los restos de un jarrón que dijo que su hija le había roto en la cabeza. Por hechos como éste, y porque la cerradura del departamento donde vivía Inés, ubicado sobre la avenida Santa Fe entre Malabia y Scalabrinni Ortiz, no había sido forzada, Pablo Lanusse, fiscal de la causa, entendió que había, en efecto, un lazo de sangre.
Laura tenía, en su casa ubicada en Costa Rica al 4500, las llaves del departamento de su madre, así como también tenía ropa manchada de sangre y 40 mil dólares. El dato más curioso lo aportó una carpeta con 4 carillas de consejos de su abogado en caso de que la justicia la interrogara por la muerte de Inés. Algunos eran del estilo de “Si podés, sin sobreactuar, quebráte emocionalmente”.
El viernes pasado, cuando los efectivos de la división homicidios de la Policía Federal la fueron a detener, Laura parecía sorprendida, quizás por haber sido descubierta.

A. C. ©

No hay comentarios.: