Annie in the city (at night)

"Es difícil salir a la calle borracha o fumada y articular las palabras para pedir un Malboro de 10 (estoy tratando de dejar), sin que el kioskero de mierda se me ría en la cara porque se me nota lo ida que estoy. O peor, sin que me ponga cara de indignación porque piensa que le voy a empapar el mostrador de vómito.
Si yo fuese hombre, seguro que el tipo pensaría que le voy a robar o que le voy a pegar un tiro nada más para joder. Pero como soy mujer, sólo quieren librarse de verme así, en ese estado. Qué poco solidarios se vuelven todos a la noche.
Digo mal: la gente a la noche se vuelve como si fuera compañera de aventuras. Pero los que no son de la partida, se alejan. Es la sutil diferencia entre un tachero que putea cuando la minita de turno le embadurna el asiento de atrás con jugos gástricos y alcohol mal digerido, y el que se lo aguanta estoicamente y pregunta: '¿Está bien tu amiga?' por cortesía, aunque sea obvio que la chica está como el culo"

"Qué asco..."

"Ustedes, los hombres, no lo saben o no se quieren dar cuenta, pero es tan penoso y desagradable ver a una mina quebrada por el alcohol, que esquivar a un hombre que te tira la boca como si los labios fueran babosas radioactivas y que tiene los ojos abiertos y vidriosos de tanto chupar. Un asco es el chivo que les empapa la remera y les da mal olor, que no es mejor que el aliento de una chica que devolvió el equivalente a la producción semanal de licores Bols en el baño de un bar.
 Pero volviendo a 'la previa'. Jodido es entrar a las 21:45 a un supermercado chino y buscar lo que querés para después tartamudear o arrastrar las palabras cuando llegás a la caja. Ahí te das cuenta de quién tiene el español más fluido, y no sos vos.
Lo que a mí me gustaría sería verme desde afuera. Pararme a un costado de mi cuerpo y verme hablando despacito para no equivocarme, con una sonrisa exagerada para quien está comprando dos pavadas en el chino, y respirando hondo por la nariz entre una frase y otra.
Ponele que ya sorteaste a los chinos, que podés prescindir del tachero y que no te jode nadie en tu casa. Una de esas noches en las que la fiesta no arranca para ningún lado porque lo más interesante es la previa"

"¿Entonces?"

"Entonces, ¿qué más querés? Tenés a las minas, a los tipos, lugar suficiente en la casa, buen clima, buena música, alcohol frío y alguien de buen corazón que comparte una flor para fumar, o prensado paraguayo si no queda otra.
Dejáte de joder con dar vueltas por Buenos Aires buscando a dónde meterte. En todas partes tenés que hacer cola, o pagar, o las dos cosas. Después entrás y el DJ te pone la música que se le canta y a veces es pésima, o no es la que vos esperabas.
Y encima después te sale caro tomar algo, es imposible fumar y tenés que soportar a los babosos de las 5 a.m., que se dieron cuenta que siguen solos y no se quieren enfrentar con la dura realidad de que no son atractivos, ni inteligentes, ni cogibles.

"No entiendo qué te quejás, Annie. Si total, vos sos mujer y sos cogible. Si querés, tenés una docena de tipos para que te paguen la entrada, el trago, la falopa y un taxi de vuelta a tu casa"

"Si los llevo a mi casa. Gracias, Camilo, pero los vicios que tenemos las mujeres siguen cuando no hay hombres para pagarlos. Es más, la mayoría de los malos hábitos se nos pegan cuando estamos solas".

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