¡N.E.P.B.!

Lo digo y lo repito: estoy sufriendo la escasez de paciencia y se me agotan las ganas de hacer de cortesana de las gansadas del resto. Después de todo, nadie es cortesana de las mías y ni siquiera pido que alguien lo sea. Lo que más me saca de quicio (porque, si bien es cierto que sacarme de quicio es fácil, esto acelera el proceso), es la gente que actúa como si lo más normal fuera que el mundo diera vueltas a su alrededor. ¡Sorpresa! El mundo gira alrededor del Sol que, contrario a lo que estas personas puedan creer, es una estrella, no una extensión de ellas mismas.
Puedo parecer reaccionaria o agresiva sin una razón en concreto, pero la experiencia me indica que este humilde espacio cibernético es más visitado de lo que yo puedo imaginar, de modo que me voy a ahorrar la roña y las razones que tengo para decir lo que digo las daré a las correspondientes personas a su debido tiempo. ¿Viste como aprendo? Aprendé vos también.
En definitiva es un problema de carácter. De la falta o del exceso de él. Por un lado, yo no tengo ganas de complacer los caprichos de otros, estoy muy vieja para empezar a hacer lo que no hice nunca. Por otro lado, pareciera ser que también hay escasez de madurez. Sólo porque las cosas no vayan bien o no salgan como a uno le gustaría no quiere decir que el resto tenga que suprimir sus planes, sus rutinas o sus deseos para atender a nuestros reclamos. No se le reclama a la gente aquello de lo que sólo uno se puede hacer cargo.
¡Basta de consumir el tiempo ajeno! ¡Basta de pedir a la gente que coree estupideces! ¡Basta de disponer de la vida del resto como si ese fuera el orden natural de las cosas! Y, si tanto te cuesta entender que mi vida no gira en torno a la tuya, léelo bien:

¡NO ESTOY PARA BOLUDECES!

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