Un yirito

Coca - Cola. Chocolate. Turrón. Uñas con esmalte rojo fuego descascarado. Pellejos al rojo vivo. Un pañuelo atado a la cadera. Calzas con rayas, remera rota en la panza. El pelo muy corto en la nuca, platinado y con el flequillo sobre los ojos. Ni una gota de maquillaje. Dos perfumes distintos, nada de desodorante. Música. Un bello desastre, una nariz chiquita, labios rosados y carnosos. Ojos marrones. Pestañas negras.

Habla sola, canta de a ratos, no le gusta usar el teléfono. Escribe. No cobra por su sabiduría. Estudia. Le dijeron que está gorda. Ella piensa que es flaca. Está en lo correcto, o al menos así le gusta creer. En todo momento mueve los dedos como si digitase su destino. Si pudiese, se subiría a un tren y no volvería más a su punto de partida. Viviría en un pueblo de mar. Aprendería a tocar un instrumento. Pero prefiere soñar con eso por ahora, no concretarlo.

Ahora vive en la ciudad, está cansada de las bocinas y se sienta a esperar en el zaguán a que le bajen a abrir la puerta. Come caramelos ácidos. Habla sola, toma Coca - Cola, le gusta la música, quiere viajar toda la vida pero se da cuenta que no, que todavía no es su tiempo de partir.

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