Es el nombre que te dieron hace siglos -¿milenios?- y sin embargo te queda mejor que cualquier otro que te hayan puesto después. Killa te llaman, te imploran, te susurran en sueños... Y así y todo no es garantía de que prestes atención ni al más reverente de tus devotos.
Pero qué linda estás hoy. Redonda, suave, inmaculada a pesar de tus cráteres. ¿Hay planes de conquista? ¿Sabe tu amante diurno que rompiste la cerradura de la bóveda celeste para salir a dar un paseo sin él?
Si no lo sabe, no te preocupes. No diremos ni una palabra, con tal de que guardes a cambio nuestros más profundos secretos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario