Killa

Es el nombre que te dieron hace siglos -¿milenios?- y sin embargo te queda mejor que cualquier otro que te hayan puesto después. Killa te llaman, te imploran, te susurran en sueños... Y así y todo no es garantía de que prestes atención ni al más reverente de tus devotos.

Una vez te bautizaron en el altiplano y desde ahí se expandió el mito tu belleza. Ahora, cada vez que apareces suspendida en el terciopelo azul de la noche acaparas miradas.
Pero qué linda estás hoy. Redonda, suave, inmaculada a pesar de tus cráteres. ¿Hay planes de conquista? ¿Sabe tu amante diurno que rompiste la cerradura de la bóveda celeste para salir a dar un paseo sin él?
Si no lo sabe, no te preocupes. No diremos ni una palabra, con tal de que guardes a cambio nuestros más profundos secretos.

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