Aceptar con una sonrisa

Jueves a la tarde, el vagón de la línea A del subte estaba relativamente vacío y todo marchaba sobre rieles. Una mujer bajita y de pelo negro con rulos alborotados se subió en la estación de Plaza Miserere para ofrecer sus revistas "Hecho en Buenos Aires".

"Si no tienen plata para comprarla, agárrenla igual con una sonrisa, porque sino me deprimo", explicó la mujer a voz de cuello mientras avanzaba entre la poca gente que viajaba parada. Me llamó la atención su honestidad: pedía que por favor no la traten como un fantasma que deambula por las formaciones del subte.

Cuando se acercó a mi asiento pude apreciar mejor su cara. Tenía la piel pálida, una nariz ganchuda, usaba anteojos y hablaba con una voz aguda y nasal. Llevaba un manojo de ejemplares del último número de la revista, y me atrevo a decir que pocos se animaron a tomar una, y ninguno lo hizo con una sonrisa.

La mujer, cuyo nombre no llegué a escuchar, repetía una y otra vez que lo que más quería era que le "aceptaran" la revista sin obligación de compra. "Porque sino me deprimo", explicó. Entonces recordé el valor agregado que me proporcionó la compra de una de estas revistas hace un tiempo, en Plaza Italia.

Y tal parece que no es sólo el comprador quien recibe un bonus en la transacción. Nunca 4 pesos valieron tanto.

2 comentarios:

VENUS dijo...

pobres nadie les da bola, pero lo de la revista echo en bs as es re copado, todos deberiamos comprarla mas seguido... anque io. bacio!

pj san isidro dijo...

Una sonrisa vale mucho! gracias por compartir la experiencia.