Pensá que el amor es como una fruta

Imaginá qué pasaría si dejaras tu fruta preferida al sol. Después de un rato seguiría estando ahí, pero se habría podrido. Ya no tendría el dulce perfume fresco, o la suave cáscara, firme y pegada a la pulpa carnosa. Es más, habría lagos de moho cavados en su superficie, llenos de una sustancia pegajosa, viscosa y fétida.

Lo mismo pasa con el amor. Si lo dejás tirado por ahí, es probable que cuando vuelvas a buscarlo se haya echado a perder. Es más, puede que siga siendo tu fruta preferida, pero ya no vas a poder comerla, aunque quieras, porque va a estar tan podrida que no va a ser sano.

Por eso no es recomendable dejar por ahí amores moribundos, olvidados en un alféizar, donde el sol terminaría por pudrirlos. No hay nada más triste que el cariño echado a perder. Sobre todo el que empezó siendo una fruta de gusto sutil y agradable al paladar, y terminó siendo un bocado agrio con olor penetrante y mal sabor.

Tanto peores son los amores que empiezan siendo jugosas frutas prohibidas, porque a la luz del sol se convierten en masas deformes que no hacen más que atraer moscas. A más intensidad, más rápido parece ser el proceso. Al final, son sólo despojos desagradables de un bocado que fuera dulce y ahora no es más que comida de gusanos.

2 comentarios:

Caro Pé dijo...

Me encantó! Y es triste dejar pudrir el amor.
abandonarlo...

Caro Pé dijo...

Y pensaba, hay vuelta atrás? se puede despudrir¿?
Es tarde por ahí digo medio boludeces, pero es una pregunta que me intriga en estos momentos.