Paseo inmoral*

Estaba yo vagando por el Patio del Tilo, a la entrada del Centro Cultural Recoleta, cuando se me ocurrió hacer una rápida pasada por las salas de exposición atestadas de gente antes de despatarrarme en la terraza del viejo convento del Pilar.

Lo que me gusta de las muestras de arte que se exponen en el CCR es que los cuadros e instalaciones están colgados en los pasillos del antiguo claustro del Pilar, y el edificio, con su estructura colonial de pasillos que forman cuadrados con patios en el medio, te invita a recorrerlo.

La primera sala a la que entré creo que fue la que tenía la exposición de La historia del fuego, de Paula Duró. Ahí encontré una serie de veinte pinturas que tiraban al estilo naïf, hechas con una mezcla de colores brillantes, figuras planas y animales fantásticos.

Las caras de los personajes bien definidas y un poco más realistas. Me puso nerviosa que algunos fueran bizcos.

Después de esa bocanada de fantasía del altiplano, seguí mi camino, siempre prestando atención a las paredes blancas del CCR.

Unos pasos más tarde reparé en una serie de dibujos hechos con lápiz y a mano alzada, hechos por un corredor de inmobiliaria bastante detallista llamado Iván Freisztav. Me hicieron gracia, pero en seguida otra cosa llamó mi atención.

Estaban ahí, los Quince Ekekos digo. Colgados en la pared, muertos de risa, sosteniendo cajas, bolsitas, granadas, porros, dólares, de todo. Bien cargados para su viaje por las sinuosas rutas del inconsciente colectivo.

La muestra fue pensada en base al libro "Guerrilleros: una salida al mar para Bolivia", de Rubén Mira, que es una suerte de diario del Che Guevara pero en lenguaje punk, muy volado. El relato empieza con un grupo de adolescentes en las sierras que tienen un chip implantado en el cerebro y que han decidido completar la tarea del Che. Raro, ¿no?

Para la versión plástica de la historia, los curadores del centro habían reunido a 15 artistas, la mayoría caricaturistas, para que imaginaran su idea de un ekeko. Encontré los de Sergio Langer, Diego Pares, Gastón Souto, Damián Escalerandi, Liniers, Bianki, Elenio Pico, Pablo Paez, Pablo Cabrera y El Bruno.

El que más me gustó fue uno que tenía por cara al busto de Juan Domingo Perón. Vaya uno a saber por qué. Tenía todos los elementos imaginables, como el tren, las alpargatas y hasta la cabeza de Carlos Men*m colgando cual trofeo de guerra.

Después de darme una vuelta por los ekekos, seguí caminando y entré en otra sala, donde estaban en exposición los premios de la Fundación Andreani. Instalaciones, pinturas, dibujos, de todo un poco. Muy interesante, pero realmente quería terminar el libro que llevaba encima, así que me fui a uno de los patios internos del claustro.

Me morí de frío ahí sentada porque no caía ni un mísero rayo de sol, así que a los diez minutos ya estaba bajando la rampa desde el CCR hacia Plaza Francia. Ahí podría disfrutar del calor y el buen clima, si lograba esquivar la multitud de visitantes.

* Ah, sí, y lo de "inmoral" en el paseo... Es por esa delicia rompe-esquemas que tiene el arte en general. Uno viene con su moral armada y de pronto algo te rompe la vara con la que medías todo.

1 comentario:

VENUS dijo...

jajaja menos mal que explicaste, estabamos todos esperando tu inmoralidad...jeje pon titulos sugerentes y seras mas leido my dear!