¿Por qué no se curten ustedes también?

Jamás entendí por qué a algunas personas les gusta hacer enojar a otras. Aún con lo cabrona que soy, no disfruto de enojarme por el gusto de pelear de mala fe, así que poco aprecio a la gente que me busca para ir al choque. Distinto sería si lo hicieran para ir a “La bomba de Tiempo”, en la Ciudad Cultural Konex.

Al margen de los chistes malos, no entiendo a las personas que buscan roña por placer, sólo porque están aburridas. Hace un tiempo hablaba con G sobre el tema: ella me decía que le gusta discutir cuando no tiene nada que hacer. ¿El resultado? Intercambios bruscos de palabras en vano que pueden subir de tono y terminar en peleas verdaderas, y para nada entretenidas.


Tomarle el pelo a alguien, hablarle con ironía y usar un poquito de ese cinismo que mi madre no logró disolver son sólo algunos de los defectos que me encuentran las personas que no me conocen. Con mis amigos no suelo usar ninguna de esas características tan encantadoras, parece, y por eso mantengo relación con algunos desde hace 17 años.


Anoche me encabroné con S

Después de escuchar como me tomaba el pelo durante 2 horas, le pedí a S que dejara de tomarme examen, y que hablara bien, “como persona”, o me avisara así me iba. Sino hubiera sido mi pariente, no le hubiera dado a elegir.

Me hubiera ido de una porque me saturó el hecho de que jugara una y otra vez la carta de “soy gringo, 'tienes' que explicarme” sólo para ponerme a prueba y conocer qué opino de política, de la familia que tenemos en común, de lo que sea.

¿Cuál es el objeto de querer conocer el punto de vista del otro por medio de la ridiculización de sus opiniones? O de discutir de mal modo para que salgan las verdaderas intenciones, como pasó en otro caso.

Decir lo que pienso lo puedo decir siempre, no necesito la mayéutica de hojalata. Lo peor del caso es que S hace todas las veces lo mismo, y todas las veces pido a punta de sonrisa que por favor hable en serio. No entiende que no me cabe el chiste. Game over, you get it?


Trío (calentitos) los panchos

Nótese que el encabronamiento sigue. Esto es gracias a la oportuna intervención de ciertas personas que eligieron el día de hoy para tomarme de punto en cuestiones triviales, de las que me había mantenido al margen a propósito. A igual modalidad que S, misma respuesta de mi parte. En eso soy básica: a acción de mierda, reacción acorde.


El don universal

Algunas charlas son como estar en una charla entre chicos de jardín de infantes, de esos que pinchan una y otra vez a un compañerito a ver si se harta y les pega. En mi caso, tal como pasaba cuando estaba en la “salita roja”, si me ponés el palito, y lo piso, te contesto. Si no te gusta lo que escuchás, o te ofende, hubieras empezado por no molestarme.

Creo que pasa en todos lados. La pelotudez es un don universal. No tiene colores partidarios ni raza, ni siquiera nivel sociocultural. Es maravillosa en ese sentido, pero devastadora cuando exacerbada. No entiendo a la gente que machaca una y otra vez la cabeza de alguien y después se sorprende porque esa persona es agresiva al responder.

Yo lo sé porque si me hacen notar que me pasé pido disculpas y redirecciono las neuronas a otro lado del cerebro, lo más lejos posible de la ironía. Me dijeron que sino me iban a dejar de hablar, pero si una persona quiere dejar de hablarle a otra, cualquier excusa es buena. Lo mismo para entablar el diálogo de nuevo.

Hay algo que nunca hago

Nunca le tomo examen a la gente. Por eso, cuando siento que es la actitud que adopta la persona con la que estoy hablando no respondo de mí. No necesito que me tomen prueba a ver si caigo o no en los cánones del arquetipo al cual alguien cree que me parezco. A comentario irrespetuoso, respuesta acorde.

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