Algo de vos llega hasta mí

;">“Hablás así porque no lo viviste. Fueron tiempos muy duros, no hables con ligereza. No sabés lo que fue… el miedo, la desconfianza, la delación, la lucha”, me dice con la mirada clavada en su taza de café.

Los ecos de esos días resuenan en la memoria de muchos. Y algunos de esos ecos llegaron a los oídos de quienes no vivieron esos días, sino los que vinieron después. Es como si los noventa hubieran sido una burbuja en todo sentido: financiero, político (con leyes que “cerraban el asunto”), y hasta social, porque ya nadie se metía con nadie… ¿no?

Pero aún así, algunos crecimos envueltos en relatos confusos y entrecortados, o lo que es peor, desconcertados por silencios dudosos y miradas expiatorias hacia el cielo raso.

Para mí, que me acuerdo del día 8 del 8 del ’88 como un día más en la infancia, no era extraño escuchar por el canal ATC la voz monótona de un locutor en off: “Se solicita información sobre el paradero de –inserte el nombre-, que desapareció de su casa el día tal. Vestía pantalón gris y camisa a rayas”.

Cierta vez íbamos en familia al club y, como no teníamos auto, esperamos a que apareciera un Ford Falcon, auto amplio si los hay, para que pudiéramos entrar todos en un solo taxi. Bien, el Falcon apareció, pero durante todo el viaje mamá y papá tuvieron el semblante oscurecido. Cuando nos bajamos musitaron algo, y cuando en mi sana curiosidad pregunté, mi respuesta fue un lacónico “nada”.

Frases como “Mamá, por qué en ATC pasan avisos pidiendo saber ‘el paradero de…?’” o como “¿Por qué el taxi que tomamos tenía una barra atornillada al respaldo de adelante?” tenían como toda respuesta un escueto “No sé”.

Claro, ¿cómo explicarle “ciertas cosas” a una criatura de cuatro o cinco años? Quizás no lo vivimos, quizás “nos salvamos de pasarla”. Descender de una generación traumatizada y todavía sumida en un profundo dolor –y miedo- garantizó una generación de preguntones frustrados.

"¿Qué pasó? ¿A dónde se fueron? ¿Era necesario? No entiendo… ¿Por qué no los buscan bien? La gente no desaparece, ¡en algún lugar deben estar!"

Fueron épocas duras, de tenerle terror hasta al monstruo de abajo de la cama. Pero quizás nos salvamos de cosas peores gracias a aquellos cuyo paradero seguimos sin descubrir.

1 comentario:

Lizzie York dijo...

Mortal..nena, como vos sabes, mi ávida necesidad de saber sobre esos que no están, que se los llevaron, esas historias que podrñian ser las nuestras...me ponen la piel de gallina.
Te quiero mucho,loca