De profesión, sobreviviente

“Ellos querían demostrar que eran Dios”

Estuvo desaparecido durante la última dictadura militar y hoy se dedica a dar charlas del tema y a seguir buscando a sus compañeros desaparecidos. Sobre la memoria, la vida, la búsqueda y todo lo demás.

“Me sentí mal cuando declararon feriado el 24 de marzo porque ese día no comenzó el terrorismo de Estado, sino que es el día en que se legalizó”, sentenció Oscar Arquéz, alias Hormiga, quien estuvo desaparecido entre septiembre y noviembre de 1976 durante la última dictadura militar y vivió para contarlo. “Quizás el día que se pudiera poner es el 10 de Diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos”, propone este hombre que fue chupado por la VII Brigada Aérea con asiento en Morón con tan sólo 19 años. A 31 años del último golpe de Estado y a casi 24 de la vuelta a la democracia, las heridas siguen intactas, igual que el recuerdo.

“Me torturé durante 20 años porque no era un desaparecido más. (…) Yo estaba muy comprometido [con la UES] en aquél momento y había otro compañero mío, Marcos Oscar Carloni, alias Gallina, que estaba mucho menos comprometido y hoy está desaparecido”, relata Hormiga con voz pausada y firme, pero a la vez cautelosa. “[Los militares] necesitaban que alguien quede para contar lo que era un centro clandestino, para que se supiera de las torturas y humillaciones, pero los ex detenidos nunca hablamos de la tortura. Querían demostrar que eran Dios, que eran señores de la vida y la muerte”, explica.

Hasta el día de hoy, Hormiga no sabe si estuvo o no en el centro clandestino de detención conocido como la Mansión Seré, ubicado en el límite entre Castelar e Ituzaingó. Puede saber que estuvo en el centro clandestino conocido como el Vesubio porque comparó los testimonios de otros ex detenidos. A pesar de estar siempre vendados, trataban de mirar para abajo y ver el color del piso y las paredes cubiertas de madera del lugar.

El 21 de noviembre de 1976, a cuatro días de ser liberado, Hormiga se presentó a dar su testimonio en la Liga argentina por los Derechos Humanos. “En ese momento pensé que mi testimonio podría servir a los compañeros que habían caído, para poder ubicarlos y la Liga fue allanada al poco tiempo”, declara. Desde entonces, nunca dejó de buscar a sus compañeros y a aquellos que estuvieron en los mismos centros que él. “En estos momentos estoy realizando una investigación sobre cuántos empleados municipales de Morón hay desaparecidos”. Sin importar cuántos años pasen, cuántas administraciones ni de qué ideologías, para Oscar Arquéz nunca se acaba el trabajo de hormiga.

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