Besitos en el Reply All

A ver si alguna alma bondadosa me ayuda en este misterio de la vida moderna, que para mí es como un enredo constante en el intangible mundo de la comunicación online: el uso y abuso del botón de "responder a todos" en las cadenas de mail.

Ya de por sí es fácil caer en la tentación de mandar un anuncio colectivo apretujando en el campo de "para" las direcciones de mail, aún sin reparar en la existencia de la copia oculta o del "con copia". Pero la situación más desesperante ocurre del otro lado del canal de comunicación, cuando el remitente se pasa toda la tarde con alertas de mensajes nuevos que no son otra cosa que las respuestas de todos los aludidos.

Ok, ya sé que estoy siendo drástica. O sea, me doy cuenta de que estoy hablando nada más que de unos 50 mails mandados por los amigos de mi cuñado para confirmar su asistencia a su fiesta de cumpleaños (no es nada personal, Paul, de veras). Pero es el hecho, señores, de tener que mirar medio centenar de veces el celular o la PC para ver mensajes que no son para mí.

Claro que soy una amarga, mala onda y corta mambos, pero vamos, pareciera que algunas personas todavía no saben usar un mail, que fue una de las primeras herramientas de Internet sobre la que el usuario promedio tuvo control. Usar el "reply all" es como hacer de cuenta que estamos todos sentados en un café, charlando sobre lo que vamos a hacer el próximo sábado.

No critico, por ejemplo, los vaivenes de las redes sociales donde se espera la participación de varios usuarios en las actividades que uno decide hacer públicas. Que todos sepamos todo es el alma misma de la web 2.0. [Inserte aquí un botón de "Me la banco" si pongo "Me gusta" en un evento y después me llegan 80 notificaciones al respecto].

Sí tengo un problema con recibir las respuestas que cada persona emite, que están dirigidas al que inició la cadena y que pueden tener el estilo sobrio de "Ahí estaré" o "Yo voy", o ser estridentes a la manera de "Ay! Qué Emotion!!", "Los quieeeeeeroooo" y "DALE, QUÉ TE LLEVO".

No protesto, por ejemplo, cuando se apilan hasta 120 mails en una cadena para coordinar un asado. Me impresiona la locuacidad, sí, pero no recibo las respuestas de completos extraños sino de mis amigas, igual de interesadas que yo en armar un lindo programa (¡qué plato, usé una palabra de vieja!).

En fin... No me voy a sentir mal por no querer leer 80 mails de perfectos desconocidos con buena onda. La vida no me cambia por saber que Fulanito o Menganito van a ir, aunque parece que a ellos les resulta imperativo compartir su decisión afirmativa.

Por ahora, mientras armo la lista de los que sí van y los que ya contestaron que no, voy a llamar a mi cuñado Paul para ofrecerle de comprar algún Campari o Ron con Coca Cola para festejar su cumpleaños. Y nadie se va a enterar de lo que arreglemos, porque no los pienso poner en teleconferencia a todos ustedes.

¡Besos en el "reply all"!

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