"Pará, no abras el paraguas antes de que llueva", le recomiento a Ch. Ella me venía limando la cabeza con qué iba a hacer o dejar de hacer en el caso eventual de que se dieran las cosas del modo en que, quizás, podrían darse...
"Miráme a mí", le explico, "yo siempre tengo el paraguas abierto, aún cuando no llueve, y eso es inútil (dije otra palabra, obviamente)". Y Ch. seguía con sus cavilaciones. "Con un paraguas abierto lo único que vas a lograr es tener una mano ocupada cuando quieras abrazar y encima vas a tener que preocuparte por no metérselo en los ojos", traté de resumir.
Y encima es frustrante que estuviera bien cuando no llovía, porque ahí sólo molestaba.
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