Otra cronica de otra lluvia

Pasaron 42 minutos desde que el reloj digital de la computadora diera las cuatro de la madrugada. Se escuchan a lo lejos el paso del camión recolector de basura, el aletargado transitar de los colectivos que recuperan su frecuencia diurna y el canto de las primeras aves de la mañana. No pasa gran cosa a estas horas, pero la melodía de los pájaros sirve de preludio al alba.


Un chaparrón de gotas gordas empieza suave y luego aumenta su caudal. Cae sobre la ciudad y arrulla a los insomnes, la que escribe incluida. Un momento antes de que salga a escena el sol, actor principal del día, la lluvia refresca la calle, las veredas, las terrazas y por sobre todo, el aire. Esto permitirá que se renueve la atmósfera después de tantos días pegajosos.

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