mujeres bonsai

No me había dado cuenta, pero me quedó en el tintero explicar qué es una "mujer bonsai". Es aquella a quien desde temprana edad le recortaron las ramas, las raíces o lo que haga falta, hasta dejarla reducida en tamaño, más no en belleza, fortaleza o salud.

Como un árbol perfecto con todas sus ramas, flores, aromas y colores en miniatura, así es la mujer bonsái. Desde chica la educaron para hacer una sola cosa (ser madre, esposa, profesional) y para eso tuvieron que recortarle algunas cualidades con tal de beneficiar otras.

El mejor ejemplo de mujer bonsái que se me ocurre es mi madre, una perfecta baby boomer nacida en los cuarenta a caballo entre el último coletazo victoriano de Buenos Aires y los años sesenta (que, se sabe, fueron pacíficos y moderados... o lo contrario).

Esas señoras son fuertes, están bien plantadas, pero sin embargo han sido recortadas para que todo su mundo funcione dentro de una estructura social que las mujeres de mi generación ni llegamos a imaginar.

Su educación las dejó limitadas, en algunos casos, a lo que decidan los maridos, hermanos o hijos (en especial los varones), mientras que las mujeres de mi generación, producto de la crianza de nuestras madres, claro, ya tenemos otro chip en el cerebro.

La mujer bonsái nació para árbol y terminó como objeto hogareño, que adorna una estancia y le agrega luz, color y una onda zen preciosa. Hay una parte de ellas que siempre será un brote indefenso, aunque tengan la corteza dura y gruesa.

A las hijas de esas mujeres nos parecerán infantiles algunos de sus reclamos, lentos algunos de sus razonamientos o anticuadas en sus argumentos, pero es porque son un bonsai de lo que deberían haber sido.

Nacieron para árboles.

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