¿Qué onda tu buena onda?

Algunas relaciones no se cortan simplemente por dejar de ver a la otra persona por un tiempo prolongado. Quizás llevas dos años sin tomar un café (ese que se prometieron la última vez), pero eso no significa nada si te cruzás por la calle, publicás un estatus o foto en Facebook, mandás un mensaje privado en Twitter.

La onda sigue ahí. Era buena la última vez y no hay motivo alguno para que deje de serlo por el sólo hecho de que pasen los años. Tampoco se trata de pedirle una prenda de amor o una prueba de amistad a la otra persona: es sólo el delicioso vaivén de la acción positiva que fluye sin pedir nada a cambio.

Quizás no se trate de la relación interpersonal más valiosa que tengas, o del vínculo más profundo que hayas mantenido, pero sonreír es gratis, como dice el cartelito de McDonald's. Saludar, agradecer, tirar un poco de buena onda cuando (quién te dice) a la otra persona le puede venir bien en un día poco feliz.

No cuesta nada ser sentir empatía -ponerse en el lugar del otro- y hacerse el lindo y buena onda. No es de careta, es de ser humano. No es fingir una sonrisa cuando el impulso primario es mandar a la mierda a la otra persona en honor a los buenos malos tiempos, sino mantener fuerte ese hilo positivo que conecta a las personas que tuvieron un lugar positivo en la vida.

Lo de siempre: mantener vivo lo lindo, dejar morir lo feo.

1 comentario:

gonzaleandro dijo...

Sí, me gusta, vivo, convido, comparto la idea de vínculos atemporales. Personas con las que se coexiste más allá de compartir un escenario físico. Y si se comparte, mejor aún. Un vínculo nunca "fue"; "es" y navega el tiempo. O, como vos decís, "la onda sigue".