El Papa de Pipa

"Los felicito por el Papa argentino, Joao Berg... algo. Un come chinchulines", nos dijo el posadero antes de subir a su moto. Debe haber sido el cónclave más corto de la historia de la Iglesia Católica Apostólica Romana, porque en una semana eligieron a Jorge Bergoglio, aka Francisco, y nos enteramos así, de casualidad, por las bromas disfrazadas de felicitaciones de los brasileños.

La noticia tardó dos días en bajar a la playa y recién entonces nos recibió en la arena uno de los mozos de los paradores. Alto, muy flaco y espigado, con la piel bruñida por el sol y la cabeza protegida por un sombrero de paja en forma de cilindro con amplias alas, el Papa de Pipa juntó sus manos de manera pía y nos lanzó un "Oh, argentinos, os filhos de o Papa, danos su bendición", entre risas (las mías).

En el momento me pregunté si no estarían enojados por el "triunfo" de Francisco a raíz de esa eterna pulseada que existe entre Brasil y la Argentina por temas tan variados como el fútbol, los astros de fútbol y las canchas de fútbol. Pero después me di cuenta de que en tierras cariocas hay cientos de miles de bautizados católicos que después no practican la religión, al menos no en su versión "romana", así como ocurre lo mismo por estos parajes. ¿Conclusión? Somos todos hermanos en las olas del mar.

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