A veces los comentarios más ligeros y casuales se convierten en esa astilla diminuta que te jode el dedo, te lo hincha y provoca dolor. Qué se yo, pasa. La otra persona cree que está llenando el vacío con su voz sólo para matar el tiempo y el silencio, y en vez le sale decir lo que realmente piensa. Y uno se queda pensando en eso como si fuera una verdad metafísica en vez de un comentario al pasar.
La cosa es que toda esta situación me tiene ansiosa. Cuando uno ve que la ola le va a romper en la cabeza hay una milésima de segundo en que piensa en zambullirse y esquivarla, y otra en la que imagina cuánto le irá a doler el golpe del agua en la cabeza. Bueno, por lo menos a mí me pasa así (de más está decir que en el mar parezco una morsa bruta más que un ágil delfín).
¿Se acuerdan de "La historia del periodista y su bella dama"? Parece que se pudrió todo. Hace casi un mes empezaron los mensajes cifrados en una sección de la revista Paparazzi donde se hablaba de un periodista que buscaba recuperar el beneplácito de una "preciosa chica". Con el correr de las semanas se supo que hubo una pelea, que él está arrepentido y que considera que es tiempo de hacer las paces.
No hay "tontos"en esta Tierra, salvo los que evitan sentir algo |
Como si fuera la recta final de una novela de la tarde en pleno enero, yo sigo las publicaciones de la revista sobre el periodista y su bella dama. Claro que en la última entrega el mensaje es más escueto y yo di por sentado que se trata de los mismos personajes de siempre. Si no son ellos, ¿sobre quién estallará la ola?
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